Los habitantes de la Ciudad de México cada año a mediados del mes de febrero al despertar y mirar por la ventana se encuentran con cielos grises, mismos que regularmente les provocan molestias respiratorias. En estas fechas inicia la temporada de altas concentraciones de ozono en la Zona Metropolitana del Valle de México, esto debido a las condiciones atmosféricas, la alta radiación solar y el poco viento que favorecen la concentración de contaminantes en el aire.
Debido a estas condiciones y a los altos riesgos a la salud de los residentes del valle, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) emite alertas de mala calidad del aire y activa contingencias ambientales cuando los niveles de contaminantes son altos, por lo que entra en vigor programas para reducir los efectos dañinos con la restricción de la circulación de vehículos y la reducción de las actividades industriales.
Además de estas acciones gubernamentales hay otras opciones que se pueden efectuar para evitar estos altos índices de ozono en el aire, entre ellos la siembra de árboles y otras zonas verdes dentro de las ciudades, pues estos brindan muchos beneficios que son importantes para el bienestar de los habitantes. Esto se debe a que los árboles logran regular la temperatura e incluso llegan a ser beneficiosos en la salud mental.
Científicamente está demostrado que las hojas y agujas de los árboles filtran los contaminantes del aire, lo cual es de mucha ayuda para reducir la exposición de sustancias peligrosas y tóxicas que se respiran.
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¿Qué árboles purifican el aire con más eficacia?
De acuerdo con National Geographic, un grupo de investigadores de la Universidad de Gotemburgo, analizaron la presencia de hasta 32 contaminantes distintos en las hojas y agujas de 12 especies de arboles de coníferas que crecen en el jardín botánico de Gotemburgo, Suecia.
Jenny Klingberg, investigadora del Jardín Botánico de Gotemburgo, explica que hay una conexión comprobada entre la exposición a los contaminantes del aire y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Klingberg señaló que el tráfico es la mayor fuente de estos contaminantes en las grandes ciudades, pues las contaminantes se liberan debido a la combustión incompleta de los motores, por lo que el proyecto de investigación se ha centrado en los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP)-
El análisis muestra que las coníferas generalmente absorben más HAP gaseosos que los árboles de hoja ancha. Los investigadores también han comprobado que las agujas de las coníferas absorben contaminantes del aire durante varios años.
Mientras que los árboles de hoja ancha y caduca, han mostrado otras ventajas, como ser más eficientes en la limpieza del aire de partículas, por lo que se cree que se debe a que sus hojas poseen un área de superficie para que estas partículas pueden adherirse.
“Las diversas especies difieren más de lo que esperábamos. El alerce, una conífera que muda sus agujas cada otoño, fue el mejor en la prueba. Los árboles de alerce absorbieron la mayoría de los contaminantes ligados a partículas, pero también fueron buenos para capturar HAP gaseosos”, comenta Klingberg.
Sin embargo, una desventaja es que los árboles pese a absorber los contaminantes estos no los descomponen, por lo cual existe un alto riesgo de que el suelo bajo ellos se contamine cuando estas se desprendan y descompongan, algo que puede afectar al ecosistema en el suelo.
En México las coníferas están presentes en diversos tipos de vegetación que se encuentran en los bosques de pino, matorral de pino, bosques de Abies, bosques de Pseudotsuga y Picea, bosques o matorral de Juniperus y bosques de Cupressus. En las coníferas de México crecen pinos, abetos, cipreses, eucaliptos y ahuehuetes.
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