“¡Me quieren llevar mamá, ayúdame!” fueron las palabras de auxilio de Fernanda Guadalupe Morán Rodríguez el día que desapareció. Una llamada de auxilio y desesperación que culminó en el feminicidio de la joven de 21 años, en San Miguelito, San Luis Potosí. Se alcanzaban a escuchar gritos y forcejeos, y entre el ruido, apenas se pudo distinguir el nombre de su agresor: Marco. Después de aquellos 26 segundos que duró la llamada, ya no se supo más de ella…
“Yo les solucioné el caso, yo encontré a mi hija, ellos no hicieron nada”, afirma Jazmín Rodríguez.
Una de las características que más sobresalían de Fer era su sonrisa y sus ganas de vivir la vida, le encantaba bailar, cantar y escuchar música a todo volumen. Era una joven trabajadora que siempre le veía el lado positivo a las cosas. No se le complicaba nada, solía buscar soluciones y enfrentar los problemas con la mejor actitud.
Comenzó a estudiar en la escuela de belleza para sacar adelante a su bebé de cinco meses, por quien daba la vida. Le encantaba lo que estaba estudiando, lo que más disfrutaba era poner uñas y hacerles diseños creativos ya que desde siempre fue muy buena dibujando; en un futuro se quería dedicar a la pintura.
Era la hermana mayor de cuatro, adoraba a sus hermanos y siempre fue muy cariñosa con ellos, recuerda su madre. También era buena hija, le gustaba hacer planes en familia para convivir todos juntos; “La manada nunca se separa, siempre juntos, siempre fuertes, siempre unidos”, era el lema de los Morán Rodriguez que hoy viven con la ausencia de Fer.
Escucha aquí la historia de Fer
Una relación como sentencia de muerte
A los 16 años conoció a Marco, tres años mayor, y comenzaron una relación. Ella cambió mucho, se volvió rebelde y se alejó de su familia, recuerda su madre. Él la manipulaba y la celaba, la agredía física y psicológicamente; una relación de violencia. Duraron poco más de un año y al separarse, Fer volvió a ser la misma.
Pasaron los años, Fer tuvo otra relación con el padre de su hijo, terminaron y a los pocos días, Marco reapareció en su vida y como Fer tenía prohibido regresar con él, se lo ocultó a sus padres diciéndoles que estaba viendo a alguien más, un “supuesto abogado”; sin embargo, la señora Jazmín afirma que esta segunda vez, a pesar de no saber del regreso de Marco, su hija ya no se dejaba manipular.
Una llamada de auxilio
Aquel lunes 7 de septiembre de 2020, Fer regresó de la escuela alrededor de las ocho de la noche. Marco llegó a su casa y comenzaron a discutir afuera. A las 21:20 la joven le pidió permiso a su madre para tomar una nieve con él en la plaza Aranzazú, se le concedió ir solo una hora.
A las 23:01 Fer realizó aquella llamada de auxilio donde le suplicaba a Marco que la soltara y la dejara en paz. “De volada le dije ‘mándame tu ubicación’ y salgo corriendo a buscarla. Una llamada, un mensaje, no contesta, una llamada, un mensaje. Me apagan el celular a las 11:32 de la noche”.
Desesperada, la señora Jazmín salió corriendo a buscar a su hija pensando que estaría cerca, pero las calles de San Miguelito estaban tranquilas, no había ni un sólo coche circulando, no había personas… Llamó al 911 en busca de ayuda, pero la “ayuda” llegó hasta la una de la madrugada, los oficiales le dijeron que tenían que esperar 72 horas para empezar a buscar a Fer y que debía ir presencialmente a la Fiscalía a levantar la denuncia.
A ver si no matan a mi hija en las 72 horas, efectivamente, a mi hija la mataron dos horas después”.
En busca de Fer
Sus padres pasaron toda la noche buscándola mientras las 72 horas para levantar la denuncia pasaban lentas. Con los recursos y herramientas que tenían comenzaron a mover todo para llamar la atención de las autoridades. Se organizaron marchas que con el tiempo sumaron más personas y la señora Jazmín acudía a la Fiscalía a rayarla y aventarle huevos para que le hicieran caso. Lo lograron, pero aún así no había avances ni sabían dónde estaba Fer.
Así pasaron las semanas y pasó septiembre, mientras que la preocupación y la desesperación eran cada vez más grandes. La familia tuvo que vender la casa en donde vivían para poder pagarle a unos investigadores privados que les dieron más certidumbre entre tantas incógnitas.
Al mes llegaron los primeros resultados, mientras que la Fiscalía no tenía avances en el caso de Fernanda Moran, los investigadores aseguraron que la joven de 21 años estaba en la casa de Marco, les dieron la dirección y el número de donde vivía, con esa información volvieron a la Fiscalía, pero fueron ignorados, afirma la señora Jazmín.
“Aparte mal hechos”, expresa Jazmín, ya que las autoridades realizaron un cateo a la casa de Marco en diciembre de 2020, pero no encontraron nada. Los investigadores privados seguían afirmando con certeza que ahí se encontraba Fer.
Un albañil la encontró, no las autoridades
Para marzo de 2021, los padres de Marco decidieron remodelar la casa en donde vivía su hijo y mientras se hacían trabajos para arreglar unas tuberías en el patio trasero, un albañil encontró el cadáver de Fer; eran puros huesos, recuerda su madre.
La joven de 21 años, mamá de un bebé de cinco meses, murió de asfixia y golpes en el cuerpo. Fue amagada de pies y manos, sólo con ropa interior, el vestido que llevaba el día que desapareció lo traía en la boca. Su feminicida la enterró a 50 centímetros de la superficie en el patio de su casa, donde él estuvo viviendo todo este tiempo.
La señora Jazmín acudió el 30 de marzo a la Fiscalía para ver si tenían noticias de su hija ya que no sabía del hallazgo en casa de Marco, le dijeron: “¿Viene por el cadáver que encontramos, verdad? Ahí en el domicilio que nos dió… pero no le podemos decir nada hasta que estemos seguros”.
Se le hizo pruebas de ADN a la señora Jazmín y a uno de sus hijos, y a la semana dieron positivos con Fer. Al día siguiente de confirmar la noticia, la abuelita de Fer y con quien la joven tenía una relación muy cercana, no pudo con el dolor y murió de tristeza.
El proceso
El 11 de abril de 2021, las autoridades detuvieron a Marco “N”, pero la audiencia intermedia se aplazó durante casi dos años por diferentes pretextos por parte de la defensa del acusado. Apenas el pasado 17 de enero de este 2023 se llevó a cabo. Sigue el juicio donde se le dictará sentencia. En febrero de este año le debieron notificar a la familia de Fer en qué fecha se llevaría a cabo, pero no han recibido ninguna información.
La familia teme que las autoridades favorezcan al feminicida con privilegios; ellos esperan la pena máxima para el sujeto que les arrebató a su niña. Actualmente, viven intranquilos, se han cambiado cuatro veces de casa por miedo pues sufrieron un atentado de bombas molotov y la Fiscalía no les ha proporcionado seguridad.
Mientras tanto, la señora Jazmín, junto con otras familias, formaron un colectivo para apoyar a víctimas indirectas de feminicidio, luchan para que se abra una Fiscalía especializada en feminicidios y que haya personal con perspectiva de género en San Luis Potosí..
El hijo de Fer, que hoy tiene tres años, crece en una familia rota por la ausencia de su joven madre, pero llena de todo el amor que ella tenía por darle. Sin ella hacen falta muchas cosas en la vida de los Morán Rodríguez, su cariño, su alegría y sus ganas de vivir la vida.
Te roban un pedazo de tu vida y de tu corazón, te arrancan un pedazo y dices, cómo crees mi hija tenía tantos planes, tantos sueños, mi hija tenía alas para volar… ¿por qué llegó un tipo y se las robó, se las cortó”.
Por: María José Serrano Carbajal
Edición: Paola Sánchez Castro
Diseño: Ana Navarro e Ingrid Almaraz