La empresa donde trabajaba “Aurora” era conocida como una agencia que organizaba eventos con un presupuesto mínimo de 200 mil pesos, pero un día los representantes de un cliente con altos ingresos contrataron sus servicios para montar un espectacular festejo de cumpleaños para un niño que festejaría sus primeros 7 años de vida. El cliente se trataba de un narcotraficante que la mujer -cuya identidad permanece en anonimato- llamaría “El Señor” quien le dio un presupuesto por 900 mil pesos para llevar a cabo el narcoevento.
Durante la ostentosa fiesta de cumpleaños, Aurora fue acosada por algunos de los invitados, en particular por uno de los sobrinos del “Señor” que se acercó a preguntarle muy pegada a ella, si en algún momento cuando se lo pidiera, también podía organizar un evento similar para él. En ese momento uno de los acompañantes de la mujer se acercó para tranquilizar la situación y solo así fue como Aurora se dio cuenta del delicado evento en el que había aceptado participar.
En el relato de no ficción publicado por Vice, Aurora contó la manera como son organizados los narcoeventos, que a pesar de los riesgos que pueden correr las personas contratadas para brindar algún servicio al narco, finalmente el dinero del pago o bien en algunos casos la presión para no negarse a realizarlo, llevan a los empresarios a organizar los ostentosos eventos como son retratados en el mundo del crimen organizado.
Así se monta un narcoevento
La forma de operar de la agencia para organizar eventos fue dada a conocer por el reducido grupo de clientes que pueden pagar grandes cantidades de dinero en un solo festejo, de esa manera sus servicios llegaron a oídos del narco para que amenizaran aquel cumpleaños para el niño de 7 años, cuya temática fue centrada en una famosa película, que sin embargo, el propio festejado ni siquiera había visto en su corta vida.
Hace cuatro años, Aurora trabaja en la agencia y estaba por terminar su carrera universitaria y necesitaba dinero para además poder independizarse. Por casi cuatro años, la mujer trabajó en la como productora de eventos en una organización civil, hasta que un día conoció a otra mujer que hacía eventos sociales y fiestas infantiles. Entre las dos comenzaron a trabajar y a forjar su fama como productoras.
Un día acudió la gente del Señor y su sobrino para contratarlas para festejar al niño de 7 años. Aunque junto con su jefa Aurora sospechaba que aquellos clientes “picudísmos” tenían “algo raro”, la dueña de la agencia le pidió hacerse “de la vista gorda” y aceptar el trabajo. “No entendí la advertencia, pero cuando llegamos a la casa donde sería la fiesta a una hora en auto de la CDMX me di cuenta que habíamos cerca de 20 personas de servicio”.
El montaje de la fiesta temática de una película -que no fue dada a conocer- duró alrededor de cuatro días, tiempo en el que jamás vieron a los clientes, aunque eran muy bien atendidos al darles desayuno, comida y cena. Una noche antes del evento, llegó una mujer exuberante y sofisticada que aseguró era de Monterrey que tenía un acento colombiano, la cual miraba la forma como iban los trabajos para montar el cumpleaños.
Un narcoevento desde las entrañas
Finalmente el día de la fiesta llegó y Aurora vio por primera vez a El Señor, “ahí viene el Señor, ahí viene el Señor” gritaban los otros empleados que darían servicio al evento quienes se formaron en una hilera para recibir al dueño del evento, situación que Aurora y su equipo imitaron por inercia ante el miedo que sintieron. Entonces El Señor bajó de una lujosa camioneta junto con su esposa y el festejado, además de un cura quien portaba una enorme cruz de oro ataviada con diamantes.
Durante la fiesta, el menú fue paella negra con trufas y paella valenciana para todos los adultos. Aurora aseguró que había comida para todos, y tan solo de la mesa con postres fueron 300 mil pesos. La indicación del cliente fue que durante ocho horas no faltara nada. Para los niños prepararon varias pizzas.
Cuando Aurora platicó con el festejado y le preguntó si le había gustado como quedó su fiesta temática, este dijo que nunca había visto la película y lo que a él más le gustaba eran los magos, pero a pesar de ello, las cosas montadas entre ellas un parque de diversiones temporal, lo dejó maravillado al igual que sus invitados.
Ya durante el narcoevento, el hijo de un fotógrafo contratado para la fiesta platicó con Aurora y le preguntó si era la primera vez que trabajaba para El Señor, Aurora asintió, mientras que el hombre le recordó lo que le dijo su jefa, hacerse de la vista gorda, al tiempo que dijo que a pesar que uno juzga de más, aquellas personas eran demasiadas buenas, “siempre te van a pagar a tiempo y siempre te van a dar de comer. ¡Uy, no, hubieras visto su boda!”, dijo.
Tras terminar aquel evento del narco que de vez en cuando era vigilado por un helicóptero que sobrevolaba muy cerca del piso, Aurora hizo el mismo trabajo dos veces más para otros eventos del Señor, pero decidió poner fin a esa etapa de su vida. “Lo más cabrón de trabajar para ellos es hacerte de la vista gorda. Ya estás ahí, no hay escapatoria, vas a correr el evento y a desmontarlo. Tienes que normalizar todo lo que veas”, acotó Aurora.
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RM