El gobierno de Daniel Ortega despojó el pasado miércoles a otros 94 políticos opositores, defensores de derechos humanos, periodistas y académicos de su nacionalidad nicaragüense, además se ordenó incautarles sus propiedades. Esta medida se dio una semana después de también se ordenara la expulsión de Nicaragua de 222 presos políticos. Al respecto organizaciones de las Naciones Unidas así como de otras instancias internaciones rechazaron esa decisión.
En entrevista con Sergio Sarmiento y Lupita Juárez para El Heraldo Radio, José Miguel Vivanco, exdirector para las Américas de Human Rights Watch y abogado de derechos humanos, señaló que son las prácticas de un dictador, que actúa sin limites en el poder.
"Puede tomar estas decisiones, como por ejemplo ordenar arbitrariamente la detención sin evidencias de nada de todos los opositores, especialmente de aquellos que intenten competir contra él en las elecciones, eso es lo que hizo Ortega", expresó.
Asimismo, dijo que busca tener al menos a 250 presos políticos sin derecho a la defensa, que son víctimas de tortura y tratos crueles en prisión, así como ordenar el destierro de 222 personas y despojarlos de su nacionalidad y confiscarles sus bienes, sin poder alguno que impida ese tipo de arbitrariedades.
La respuesta internacional
Respecto a las condenas internacionales, Vivanco indicó que muchos líderes en América Latina han sufrido la persecución política; sin embargo, solo el presidente de Chile, Gabriel Boric, ha condenado estos hechos, mientras que el resto ha tomado nota o ha dejado constancia de ellos, pero se han mantenido al margen.
"Qué peor que la actitud del presidente Andrés Manuel López Obrador que tiene una interpretación súper selectiva del principio de no intervención porque sí está dispuesto a emitir comentarios críticos y muy duros contra el actual gobierno de Perú y presentar al presidente Castillo, que intentó un golpe de Estado en Perú, felizmente frustrado, como una víctima, y pronunciarse abiertamente sobre esos hechos".
Sin embargo, en el caso de Ortega "se acuerda convenientemente del principio de no intervención y guarda un silencio que realmente es lamentable, es escandaloso, porque ese silencio es casi como darle un piso de legitimidad a ese tipo de arbitrariedades que son propias de otras épocas, no del siglo XXI".
En cambio, destacó, Gabriel Boric se ha pronunciado como una voz en el desierto en América Latina, en donde no hay liderazgos fuertes, comprometidos con los valores democráticos y los derechos humanos.
Finalmente, apuntó que la única manera de frenar estas conductas es a través de los líderes pares latinoamericanos que estén dispuestos a denunciarlas, ya que mientras no ocurra seguirán produciéndose deterioros en el ámbito democrático y derechos humanos en América Latina.
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