MÁS DE 50 AÑOS DE HISTORIA EN LA COLONIA DOCTORES

En el interior de una embalsamadora, un oficio que le habla a la muerte al oído

Desde los 16 años Mario Drummer Durán Márquez labora como técnico embalsamador en CDMX, habla con los cuerpos a los que les ofrece el servicio para acompañarlos al descanso eterno

NACIONAL

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El hombre originario de la colonia Doctores revela en entrevista que en un día puede realizar entre 4 a 6 servicios de embalsamiento Créditos: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García

En el número 262 de la calle Dr. Jiménez de la alcaldía Cuauhtémoc, existe una sala de paredes blancas y luz fluorescente, un espacio de transición que ofrece el principio de una respuesta a una de las preguntas más antiguas de la experiencia humana: ¿qué nos pasa después de que morimos?

Mario Drummer Durán Márquez se encuentra en la entrada de la "Embalsamadora Doctores", esperando la carroza que le llevará el siguiente cuerpo que ingresará al cuarto de trabajo. Ahí, en el centro de dicho inmueble, de apenas veinte por diez, están colocadas dos planchas, rodeadas de estantes, donde yacen botellas de químicos para desinfectar, sábanas blancas y los utensilios del diario, bisturí, pinzas y tijeras, también hay maquillaje y diversos tipos de hilo.  

Fachada principal de la embalsamadora Doctores
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

La piel del hombre de 54 años de edad refleja su historia, personalidad y hasta sus gustos por las películas de acción, principalmente por la de "300" y los espartanos de Leónidas. En su brazo izquierdo tiene dos tatuajes, uno con la leyenda que dice "El Marino", un apodo con el que lo conocen amigos y familiares, esto debido a que nació un 18 de julio, el día de Santa Marina. Y el segundo, rodeado de una flor Acapulco que era su favorita, lleva el nombre de María del Carmen Márquez Soto, su madre, la mujer que le enseñó todo lo que sabe del oficio. 

La sala de trabajo de la Embalsamadora "Doctores", donde ha trabajado Mario Drummer desde hace más de 40 años 
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

Embalsamador, un oficio lleno de tradición, historia y herencia 

En el año de 1967 la Sra. María del Carmen se desempeñaba como trabajadora de limpieza en los velatorios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Debido a la falta de personal, hubo necesidad de emplear a alguien para arreglar los cuerpos y el administrador le dijo a la mujer que si no quería aprender, que él sin problema le enseñaría. Ella aceptó, con un poco de miedo, pero con la consigna de que su salario iba a aumentar. 

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Con el tiempo, al equipo de la Sra. María también se unió su hermano Mario Márquez. Ambos ofrecían sus servicios a las diferentes capillas que existían en la CDMX, hasta que fundaron su propia embalsamadora. "Mi mamá una vez me dijo que le hubiera gustado ser enfermera, porque le gustaba cuidar a la gente, lamentablemente no tuvo la oportunidad, pero le gratificaba mucho saber que les podía dar un último adiós digno, dejándoles un rostro de tranquilidad", sentencia Drummer. 

Imagen de la Sra. María del Carmen, quien falleció en 2016. En la embalsamadora le colocaron una ofrenda
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

Las primeras convivencias que tuvo con la muerte, narra Mario en entrevista con El Heraldo Digital, fue cuando tenía apenas 4 años y visitaba el sitio de trabajo de su madre, esto debido a que no había nadie quien se hiciera cargo de él. Con una visión del mundo inocente, le creía cuando ella le aseguraba que los cuerpos en la plancha "estaban dormidos", una idea falsa que provocaba que aquel niño inquieto y alegre les hiciera cosquillas en las plantas de los pies. 

El tiempo fue avanzando y "Marino" ya no quiso seguir con sus estudios de preparatoria, una señal que comenta, aprovechó la Sra. María del Carmen para ofrecerle irse con ella a trabajar a los velatorios. "Siempre agradeceré esa oportunidad que me dio mi madre, porque yo sé que lo hizo con todo el amor, para que yo no anduviera en el ocio perdiendo el tiempo", señala. 

Mario Drummer en la zona de plancha, se aprecia su tatuaje de "Marino"
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

"El primer impacto que me sorprendio, hasta pegue un susto, fue cuando tenía 17 años, hacían falta trabajadores y mi mamá me pidió que pasara el cuerpo a la plancha. Cuando lo destapé observé que el cuerpo estaba completamente cercenado, no tenía extremidades, le hablo a mi mamá y ella tranquila me dice 'Si es el que encostalaron en Martín Carrera'. Nunca se me va olvidar, así poco a poco te ibas quitando el miedo del ambiente", menciona Durán Márquez 

El ritual del adiós, hablando a solas con el embalsamador 

Todos los cuerpos que llegan se desvisten, se observan y posteriormente se le hace una incisión, ya sea en la arteria carótida o en la femoral. El siguiente paso es, con ayuda de una bomba, inyectar los químicos, el ya conocido formol. Posteriormente se hace otra incisión en el estómago para que con ayuda de un extractor, se saquen todos los líquidos, materia fecal y sangre. Eso es en terminos generales el embalsamiento. 

Después se hacen la suturas de todos los orificios que se hicieron, se baña, se seca, se maquilla y se viste para colocarlos en su ataúd. Aquí es donde juega un papel muy importante la familia del difunto, ya que ellos son los que eligen la vestimenta y las particularidades que se le harán. Mario Drummer nos cuenta que a lo largo de los años, le han pedido diversos trabajos, desde hacerles chinos en el cabello, colocarles uñas postizas, hasta una ocasión en la que le pidieron que maquillara a un hombre de payaso, porque esa era su profesión. 

Botellas de formol al interior de la embalsamadora "Doctores"
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

"Recuerdo que ese hombre se infartó, su familia llega, me enseña la foto y me pide que lo maquille de payaso, no lo pude hacer, no me salía el diseño, tuve que dejar entrar a su compañero para que me ayudara a maquillarlo", agrega 

Mario nos comparte que su trabajo lo hace con respeto y mucho tacto, sobretodo por la situación vulnerable que vive la familia durante los trámites funerarios. Cuando los cuerpos sufrieron una muerte violenta, "Marino" opta por platicar con ellos, trata de relajar a la persona, debido a los altos niveles de tensión que sufrieron. Por ejemplo si el hombre o mujer fueron víctimas de un asesinato o padecieron arterioesclerosis, es difícil que pueda pasar la inyección por las arterias. 

"Marino" señalando la localización de las arterias con las que constantemente trabajan 
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

"Ya tranquilo, ve a casa, vámonos a descansar, te esperan tu familia, tus amigos, tu esposa, ellos están bien, no te preocupes, te vamos a arreglar para que estés bien bello para ellos, para que te despidas muy bien", son las palabras que les suele compartir Mario a los cuerpos con los que trabaja 

Un oficio lleno de amor, experiencias y desigualdades 

A Mario también le ha tocado vivir el rostro más difícil del negocio. Él se sincera y comparte que cualquier persona puede contratar sus servicios de embalsamiento por la cantidad de 600 pesos. Destaca que constantemente se está capacitando y actualizando. En mayo pasado recibió su certificación por parte del Centro Nacional de Capacitación, Evaluación y Certificación A.C. 

Herramientas de trabajo que utilizan los embalsamadores 
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

En contraste, menciona que en México, hay grupos que juegan con el dolor de las familias con tal de ganarse unos pesos. Cobran hasta 400 por presuntamente realizar un embalsamiento, pero únicamente bañan con polvos el cuerpo, no lo drenan, no lo bañan ni hacen incisiones. Una práctica que asegura, daña al gremio y lo obtaculiza para su profesionalización y brindar mejor calidad de vida a los trabajadores. 

"Marino" terminando un servicio de embalsamiento y regresando el ataúd 
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

"A mi me gustaría ganar un poco más, ofrecer mi servicios mínimo a mil pesos, pero la gente puede estar segura que haremos un servicio profesional, con todas las reglas en orden. Pero primero debe de existir una especie de regulación en todo el país, precisamente para erradicar esas prácticas que se hacen en la clandestinidad", sentencia "Marino" en entrevista con el Heraldo 

La gran competencia que existe en los servicios de embalsamiento también provoca, asegura Drummer, una precarización. Antes cuando trabajaba con mi mamá y mi tío, en un día teníamos hasta 18 servicios. Ahora lo máximo que estamos teniendo son entre cinco o seis servicios diarios. "Marino" confiesa su deseo de que sus dos hijos sigan con el legado familiar, que cuando él llegue a faltar sus ellos estén al frente de "Embalsamadora Doctores", pero ya quedará en decisión de ellos, "no los puedo obligar".

Maquillaje que usa para los cuerpos que ingresan al inmueble de Dr. Jiménez
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García 

El embalsamador mexicano le ha tocado vivir la pandemia de COVID-19 y contagiarse hasta en dos ocasiones, debido a que su sala de trabajo llegó a albergar hasta 25 cadáveres fallecidos por coronavirus. Hoy vive otro Día de Muertos desde su trinchera, pero para "Marino" esas festividades le tocan todos los días. 

Mario Drummer frente a la ofrenda que colocó en memoria de su madre y tio, ambos embalsamadores
Foto: Heraldo Digital / Cynthia Benítez García