MENTE MUJER

Mente Mujer: #EllasHablan, el proyecto que da voz a las mujeres jornaleras agrícolas que migran a Estados Unidos

Escondidas entre los surcos desde que nacen, las jornaleras agrícolas cuentan las condiciones tan adversas con las que se trabaja en el campo, en el que sus derechos humanos y laborales simplemente no existen

NACIONAL

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La campaña contempla a 10 mujeres mexicanas que migraron para trabajar en la industria agrícolaCréditos: Cortesía

Se llama Ermelinda, Diana, Rosalba, Martina... Son hijas, madres, hermanas, esposas y trabajadoras del campo. Una entre miles de jornaleras agrícolas que, año con año, migran de diferentes puntos de la República a Estados Unidos u otros estados a cortar fresas, chiles, tomates o berenjenas. Mujeres históricamente invisibilizadas que han sufrido toda clase de vejaciones a sus derechos humanos por su sexo, condición indígena, color de piel, idioma; que han aguantado violencia psicológica, emocional y física por sobrevivir.

De acuerdo con ONU Mujeres en nuestro país 12.7 por ciento de las personas que laboran en el campo son mujeres, sin embargo, sólo 3 de cada 10 recibe un pago por su trabajo (Inegi, 2017), 93.4% de ellas carece de un contrato, 90% no tiene acceso a un seguro médico y 85% no cuenta con ningún tipo de prestación laboral (Conasami, 2020).

Martina (Foto: Cortesía)

“Casi a todas partes en donde hay trabajo, he migrado. Aquí no hay, piden mínimo secundaria para barrer, no tenemos ni primaria, las escuelas están abandonadas, toda la comunidad indígena está abandonada en Guerrero. Como no hay ningún tipo de oportunidad, la mayoría tiene que salir a fuerzas a buscar a otro país, para poder sobrevivir”, asegura Ermelinda Santiago Ríos, de 36 años, originaria de Tlapa de Comonfort, Guerrero.

Escuchar de viva voz las experiencias en los campos agrícolas de las mujeres que los trabajan es el objetivo de la campaña #EllasHablan que impulsada por el proyecto Periplo y Fundación Aviña, busca exponer las violencias de las que son objeto, desde pagos dispares a los de los hombres, jornadas laborales de hasta 15 horas y remuneraciones que no pasan los 200 pesos por día, para exigir a la industria y a los consumidores respeto, conciencia, y, por supuesto, que se garanticen los derechos humanos y laborales de las trabajadoras del campo.

“Nosotras no conocemos muy bien nuestros derechos, sabemos que existen, pero no nos los hacen valer. No decimos nada por miedo a perder el trabajo, nos quedamos calladas, para que no nos corran, si uno exige con los patrones, nos mandan golpear, nos hacen otras cosas. Lo que les exijo es que hagan un pago digno, que valoren a sus trabajadores, sin esos empleados, los patrones no son nada. Somos seres humanos, valemos por igual; esperaría que al menos nos ofrecieran un vaso con agua para tener fuerza”, indica Ermelinda.

Rosalba y su hija (Foto: Cortesía)

Además, según el Centro de los Derechos del Migrante, solo 6% de las visas H-2A fueron para mujeres, aunado a que las trabajadoras migrantes trasnacionales enfrentan discriminación en el proceso de reclutamiento y asignación de labores.

“He migrado tres veces a Estados Unidos. He estado en Florida, en Georgia, en Ohio. La mayoría de nosotras no sabemos cómo es en realidad el trabajo en el campo, ni en Estados Unidos, si lo supiéramos muchas de las que deciden irse no lo harían, porque las condiciones son tremendas. Te dicen una cosa antes de irte para allá, pero es muy diferente la realidad.

"Pediría que tengan conciencia de que somos humanos, sentimos, pensamos, tenemos emociones y sentimientos, nos vamos porque tenemos a alguien en México que cada semana está esperando un sustento", relata Diana Yurahi Fernández Méndez, de 33 años, originaria de El Naranjal, Xilitla, San Luis Potosí.

En contraparte, la campaña también muestra los impactos positivos del reclutamiento ético y responsable de personas trabajadoras agrícolas migrantes, tal es el caso de Celestina San Juan, de San Quintín, Baja California, quien escuchó el rumor de que una finca estaba dispuesta a contratar mujeres con un pago justo y ahora gana lo suficiente para tomar cuidado de sus padres.

Reconocer el papel de las mujeres en el campo, así como su impacto en la economía e incluso en la vida diaria es uno de los primeros pasos para dignificar su valor, “¿qué les diría a quienes se enteran de nosotras?, Que le den las gracias a cada mano jornalera, ya que a esa mano le pagaron muy poco, se lastimó entre las pizcas y aun así cosechó, muchas veces con la migaja que le sobró al patrón”, finaliza Ermelinda.

PUNTOS CLAVE

  • La campaña contempla a 10 mujeres mexicanas que migraron desde Guerrero, San Luis Potosí, Oaxaca y Baja California para trabajar en la industria agrícola.
  • Ellas hablan de las difíciles condiciones laborales que enfrentan las mujeres que migran para trabajar en el campo.
  • Relatan las vejaciones, falta de oportunidades y violación a sus derechos humanos.

EN CIFRAS

  • 12.7% de las personas trabajadoras agrícolas en México son mujeres.
  • 3 de cada 10 trabajadoras del campo recibe un salario.
  • 93.4% de las mujeres trabajadoras agrícolas carece de contrato.
  • 90.9% carecen de acceso a instituciones de salud.
  • 85.3% no cuenta con prestaciones laborales.
  • 6% de las visas H-2A fueron para mujeres.

FRASES

“Mi padre me abandonó a los 9 meses, me dejó con mi abuelita. Un día ella me dijo que ya no nos alcanzaba el dinero para vivir. Tenía 11 años cuando empecé a migrar con ella”, Rosalba Gabriel, Joya Real, Guerrero, 34 años.

“Si nosotros los migrantes no hablamos, qué les espera a nuestros niños, más que sufrir todo lo que nosotros sufrimos. Tenemos que alzar la voz por ellos”, Rosalba Gabriel, Joya Real, Guerrero, 34 años.

“Nunca creí llegar a esto. He vivido experiencias físicas y psicológicas muy fuertes como migrante. Las jornadas tan largas, los químicos, el cambio de clima, es muy fácil enfermarse en el campo”, Martina Martínez Domínguez, Ayotzinapa, Guerrero, 30 años.

CAR