HISTORIAS DEL NARCO

Pasé 8 meses trabajando para un Cártel: la historia de un mercadólogo que hacía narco conciertos

"... Esa fue la primera vez que realmente tuve miedo de morir, porque simplemente no sabías si iba a aparecer un cartel rival, o si la policía iba a irrumpir con armas"

NACIONAL

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El narcotráfico se presenta con mayor fuerza en el norte del país.Créditos: Cuartoscuro

Un dilema moral pasó por la cabeza de un mercadólogo desde que supo que eran empleados de narcotraficantes, desde el momento en que vio entrar a varios hombres vestidos con ropa de marca de diseñador, quienes de manera puntual, dejaban grandes fajos de dinero en efectivo todos los días a las 3:00 de la tarde en la agencia de marketing donde “Eduardo” laboraba.

Eduardo tenía 15 años en el año 2006, cuando el recién electo presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa entraba al poder declarando la guerra contra el narco para recuperar el "estado de derecho perdido" como lo dijo el propio mandatario. Aquellos enfrentamientos dejarían alrededor de 200 mil personas fallecidas, por lo menos hasta el término del sexenio terminado en 2012.

Cuando aún era un niño, Eduardo quería ser arqueólogo inspirado en el famoso personaje de las películas de Indiana Jones; sin embargo, a la hora de definir su futuro, decidió que lo que quería era ganar mucho dinero y optó por estudiar marketing.

Tras lograr ganar experiencia gracias a uno de sus amigos que le dio su primera oportunidad laboral en un revista, Eduardo ganó notoriedad hasta que fue contactado por un colega de una agencia exitosa de marketing que trabajaba en la imagen y promoción de bares y restaurantes que eran propiedad de un cártel de las drogas, según relató el joven para la BBC.

Con los resultados de la guerra contra el narco que Eduardo vivió en carne propia, hizo que aquel joven a sus 21 años, temiera por su vida al ser blanco del crimen organizado, pero ante su ambición por ejercer y ganar dinero, aceptó el trabajo ofrecido por su contacto donde percibiría un sueldo de mil dólares (unos 25 mil pesos en ese entonces).

El narco ofreció más dinero

Con casi todo el mundo en sus manos por su alto sueldo, Eduardo derrochaba sus ingresos al invitar los tragos a sus amigos sin tener obligaciones ya que seguía viviendo en casa de sus padres. Un día, uno de los jefes narco -que aún no sabía quién era- lo contactó y preguntó si quería tener más trabajo y ganar más dinero, a lo que Eduardo aceptó.

Entonces, el joven profesionista se encargó de hacer la promoción de shows ofrecidos por cantantes de corridos; género favorito de los capos que por lo general hacen encargos para que les escriban y compongan los llamados narco corridos para hacerlos famosos.

En una de las presentaciones que hacían en haciendas locales -aunque no se precisa el lugar-, Eduardo vio a varios muchachos que portaban enormes armas de fuego. 

“No me sentí seguro. Esa fue la primera vez que realmente tuve miedo de morir, porque simplemente no sabías si iba a aparecer un cartel rival e iba a estallar una pelea, o si la policía iba a irrumpir con armas de fuego”, dijo Eduardo.

Aunque jamás estuvo en un enfrentamiento armado, Eduardo comenzó a tener un dilema moral al formar parte del cártel de droga aunque no traficara con ellas ni haya asesinado a nadie, pero sí se beneficiaba con el dinero que llegaba por aquellos delitos.

Las fuerzas armadas enfrentan al narco. Foto: Cuartoscuro

“El jefe también me llevó a algunas mansiones que estaba construyendo en las montañas. Eran enormes. Vi a su jefe, el gran jefe, varias veces. Se mantenía alejado de las cosas, y principalmente se ocupaba del lado comercial de las cosas desde su casa. Tenía un jaguar como mascota y una bella esposa”, recordó el joven empleado de marketing.

La incomodidad y el temor crecía para Eduardo al seguir asistiendo a los conciertos que promovía, por lo que se fue alejando del ambiente, sobre todo al preguntar directamente a su jefe si era parte un cártel, "¿Quieres saber más, o quieres fingir que no sabes nada?", respondió su superior, por lo que Eduardo dijo “Vamos a fingir”.

Un día, el joven recibió una llamada de su jefe para preguntarle si quería seguir trabajando para ellos. Respondió que no y le deseó “buena suerte”. Solo restaba ir por su computadora y una cámara de fotos a las oficinas, donde el jefe estaría esperándolo, según le dijo por teléfono.

Eduardo entró en pánico y por su seguridad al tener un mal presentimiento, dio por perdido su equipo de trabajo al preferir su vida, aseguró.

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