Los militares guatemaltecos, de la Fuerza de Tarea de Montaña San Marcos, vigilan el paso de personas y mercancías en los límites con Chiapas.
Se refugian del calor y la lluvia en una carpa improvisada con la leyenda: “Protocolo de ingreso al país vía terrestre para extranjeros”, donde deberían existir filtros para detectar sospechas de la COVID-19 o de la viruela del mono.
Pero nada de eso ocurre. Mexicanos hacia Centroamérica ingresan sin pasar por algún filtro sanitario; a la inversa ocurre lo mismo: los chapines (o de cualquier otra nacionalidad) pasan a México sin problema; sólo cumplen los requisitos migratorios.
México y Guatemala no han tendido ningún operativo de detección de la nueva enfermedad que se esparce en el mundo.
La porosidad de la frontera sur permite el paso de mercancías, drogas y seres humanos. A diario, cientos cruzan por el río Suchiate sin restricción. Cualquier infectado con la COVID-19 o la viruela no entra en las estadísticas oficiales, ni tiene ayuda de los dos gobiernos para iniciar un procedimiento de recepción, tratamiento y cuidado.
El Ministerio de Salud en Guatemala ha señalado que los filtros de detección de la COVID-19 siguen activos en el aeropuerto La Aurora. También se implementan protocolos para detectar a personas que refieren tener la actual viruela. Pero eso ocurre en la capital de ese país centroamericano, a más de 300 kilómetros de distancia de los puertos fronterizos terrestres con Chiapas.
A pesar de que no hay registro de vigilancia epidemiológica en la frontera con México, el discurso del gobierno guatemalteco afirma que están preparados para enfrentar la llegada de la viruela símica.
“El Ministerio de Salud mantiene vigilancia en los servicios de salud ante los casos confirmados en México y Costa Rica; sin embargo, es importante recordarle a la población guatemalteca que el uso de mascarilla y el lavado constante de manos son importantes para prevenir la enfermedad, por lo que se hace un llamado para que se fortalezcan estas medidas”, refieren en un comunicado.
Mientras tanto, en Chiapas, la Jurisdicción Sanitaria número 7, con sede distrital en Tapachula y encargada de atender 16 municipios fronterizos con Centroamérica, se reserva a contestar sobre por qué no hay una sola brigada que esté en las puertas de acceso a México, en revisión de posibles sospechosos con esta nueva y preocupante enfermedad.
La Secretaría de Salud estatal ha señalado que, en caso de sospechas o síntomas que orienten a un caso de viruela de mono, la persona deberá acudir a algún hospital del orden público para ser canalizado y analizado el caso.
Pero no hay quién oriente, dirija o mantenga un control por las fronteras terrestres entre ambas naciones, con la finalidad de evitar una posible propagación de este mal.
Los organismos de salud de México y Guatemala enfrentan la nueva pandemia con discursos y, en la práctica, dejan el paso libre a la viruela del mono.
PAL