IZTAPALAPA

Estos son los tres crímenes que jamás se olvidarán en Iztapalapa

La alcaldía ha sido testigo de diversos hechos de violencia, algunos, aún sin resolver desde hace décadas

NACIONAL

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Estos crímenes marcaron a los ciudadanos que viven en Iztapalapa.Créditos: Especial

Por años, a violencia en México ha sido un mal que no ha sido posible erradicar; sin importar el color de las administraciones, esta problemática ha aquejado a la población como un lastre que, año con año, tiñe de rojo a la sociedad mexicana por igual.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), durante 2021, Iztapalapa ostentaba el lugar 21 de la lista de municipios más violentos del país, siendo la alcaldía más poblada de la CDMX, con más de un millón 800 mil habitantes.

Cabe señalar que durante el año 2019, Iztapalapa registró una baja en el índice de homicidios dolosos; sin embargo, hay asesinatos, crímenes y hechos violentos que los habitantes de esta demarcación no han podido olvidar ya sea por su gravedad, la perversidad con los que fueron cometidos o por el misterio, secretismo y poca transparencia  que envolvieron a estos crímenes, algunos de ellos, aún sin resolver.

A continuación te presentamos los tres hechos violentos que jamás se olvidarán en Iztapalapa:

Durante 2021, Iztapalapa ostentaba el lugar 21 de la lista de municipios más violentos del país. FOTO: ESPECIAL

El niño sicario

Cerca de la famosa “Cabeza de Juárez” en la zona oriente de la Ciudad de México, en lo más alto del Cerro del Peñón, existe una zona habitacional de alto riesgo considerada como uno de los sitios más inseguros de la ciudad conocida como “El Hoyo”, donde no existen cifras oficiales sobre los delitos que ahí se cometen, y que en voz de los vecinos que viven cerca: es un sitio donde “sí subes… o bajas encuerado (robado y sin nada) o no bajas”.

Es en esta zona urbana, marginada e insegura, fue donde nació y creció “El Ivancito”, joven que en el 2007 y a sus 14 años ya había sido sentenciado por 6 asesinatos, pero cuya lista de muerte ascendía a muchos más, llegando a confesar más de una veintena.

Descendiente de una familia criminal de asaltantes y extorsionadores, este joven delincuente fue acusado por robo a mano armada, secuestro y homicidio, perteneciente a una banda de adolescentes que por mucho tiempo alteraron el orden público en Iztapalapa.

Recluido en el tutelar de menores de San Fernando, “El Ivancito”, llegó a confesarle al periodista Humberto Padgett su historial delictivo, mismo que comenzó a los 11 años vendiendo droga, para luego robar carros y posteriormente pasar al asesinato debido a que “había más dinero”.

Recluido en el tutelar de menores, intentó quemar a uno de los internos y cuando estaba a punto de ser liberado a sus oídos le llegó el recado de otro joven habitante de “El Hoyo”, Francisco Javier Ángeles Gutiérrez, quien le advirtió que de volver al barrio, se las vería con él.

Sin embargo, la historia fue muy distinta, pues al salir de su cautiverio, Iván junto a otros seis adolescentes persiguieron y emboscaron a Fernando dándole muerte el 26 de diciembre de 2013 dándole cuatro tiros en la cabeza. Actualmente sigue recluido en el Reclusorio Sur.

Rostro de Iván Pizaña Riojano, alias "El Ivancito". FOTO: ESPECIAL

El monstruo de Iztapalapa

En el número 33 de la calle 11 de la colonia Renovación en Iztapalapa, en el año 2011, se respiraba la muerte así como el olor fétido de los restos humanos de dos cadáveres en descomposición, mismos que permanecieron más de un mes encerrados, víctimas de un psicópata.

Todo comenzó cuando el taxista José Antonio Iniestra, sedujo a Clara Tapía, quien en ese momento laboraba como conserje de la escuela primaria Manuel C. Tello, lugar donde vivía y que tras relacionarse con este sujeto ambos se mudaron al colegio para vivir juntos en compañía de los tres hijos de ella.

Ahí, bajo amenazas y chantajes, José Antonio, quien después sería conocido como el “monstruo de Iztapalapa”, satisfacía sus deseos sexuales, no solo con su mujer, sino también con sus hijastras Rebeca y Gabriela con quien procreó cinco hijos.

Durante siete años, este hombre y su mente perversa, mantuvieron sometidas a la familia, hasta que un día tras una discusión de la pareja, él decidió llevarse a sus hijastras y a los hijos que procreó con ellas a la casa de su madre.

Ya en la casa de su madre y bajo el amparo de su familia, continuó maltratando y violando a sus hijastras, ayudado por su familia para que las jóvenes no escaparan. Su hijastro Ricardo tampoco se salvó de los maltratos, él era obligado a limpiar los desechos de sus hermanas, porque incluso se les impidió ir al baño.

Finalmente “El Monstruo de Iztapalapa”, acabó con la vida de su hijastra Rebeca y Lesly, su hija de apenas tres meses, cuyos cuerpos fue los que mantuvo escondidos por más de un mes en su casa, hasta que el hedor lo hizo que, junto a su hermano, abandonaran los cuerpos a la Carretera México-Puebla.

Los celos de Clara por sus propias hijas la llevaron a denunciar el caso ante la entonces Procuraduría General de Justicia Capitalina, a quien, junto a su familia, se le ejecutó una orden de acción penal, siendo detenidos en 2011.

"El Monstro de Iztapalapa" Fue sentenciado junto a los miembros de su familia. FOTO: ESPECIAL 

La misteriosa muerte de Aideé Mendoza en plena clase

Un crimen aún sin resolver y del cual aún se desconocen los detalles, ocurrió dentro de las Instalaciones del CCH-Oriente, donde dentro de un aula con diez alumnos, un profesor y una puerta abierta, murió camino al hospital, por el impacto de una bala calibre 9 milímetros, Aiddé Mendoza, de 18 años,  sin que nadie haya visto ni escuchado nada.

Según testigos de los hechos ocurridos en el 2019,  un sonido tenue, "como el descorche de una sidra", fue lo único que se escuchó, para dar paso a una escena sangrienta de una alumna en el suelo dejando escapar su vida a cada gota de sangre que salía de su cuerpo.

La información oficial dada sobre el caso fue escasa, por lo que la pregunta ¿Quién mató a Aiddé?, aún hoy en día sigue siendo un misterio. Hasta el momento ninguna autoridad ha podido responder no solo quién la mató o por qué, sino de dónde salió esa bala, o desde dónde se disparó.

Las teorías sobre lo sucedido han sido muchas y muy variadas,  mismas que van de lo sorprendente a lo inverosímil, sin que nadie señale o muestre pruebas que las justifique. 

En primera instancia se habló de que alguien había disparado desde dentro de la clase con un bolígrafo-bala, de calibre 22 milímetros, días después, se dijo que el disparo se realizó desde el pasillo, pues ninguno de los presentes dio positivo a las pruebas que revelan si se detonó un arma.

También se llegó a decir que Aideé falleció por una bala perdida disparada desde la calle o desde un predio a unos 300 metros; y finalmente, que el arma pudo haber sido percutida desde unas instalaciones aledañas de la mismísima Secretaría de Marina

Pese a todas estas hipótesis hasta el día de hoy se desconoce qué fue lo que sucedió esa tarde en que “nadie mató a Aideé”, un misterioso crimen que continúa sin respuesta.

Ha tres años de este hecho aún queda una pegunta en el aíre: ¿Quién mató a Aiddé?

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