LA VIOLENCIA DE GÉNERO NO PARA

"Me encañonaron al subirme a un taxi", Guadalupe narra el pavor de un secuestro exprés

La violencia que se vive en el transporte público de la Ciudad de México es un temor constante entre la población

NACIONAL

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La violencia no para en la Ciudad de México. Hace unas semanas dos casos conmocionaron a la capital, el asesinato de la joven Ariadna Fernanda, a manos de sus supuestos amigos, demuestra que los feminicidios siguen al alza en el país y no se ve una estrategia fina por parte de las autoridades para combatir de raíz este mal. El otro, el caso de Lidia Gabriela, una joven que entró en pavor cuando un taxista la intentó secuestrar, provocó que se lanzara del auto en movimiento, en calles de la alcaldía Iztapalapa, y perdiera la vida al impactarse contra el pavimento. Tristemente, ambos casos no son aislados, son problemáticas arraigadas en la sociedad y que no pueden ser eliminadas de la mente del capitalino que sale a diario a trabajar o a divertirse un fin de semana.

Es el caso de Guadalupe, otra joven que hace años sufrió el horror de un secuestro exprés al momento de abordar un taxi de la Ciudad de México sobre la Avenida Ribera de San Cosme y Circuito Interior. La joven narra que en la búsqueda de llegar más rápido a su hogar decidió bajarse del camión del transporte público y tomar un taxi en la calle. Unos minutos después de abordar el vehículo dos sujetos ingresaron violentamente a la unidad y comenzaron a recibir amenazas, ella y el conductor. A detalle, los supuestos ladrones dejan ver su forma de operar y piden a Guadalupe seguir su abusivo protocolo.

“Lo primero que me piden es que cierre los ojos. Me amedrentan con groserías, me dicen que si no queremos salir lastimados tenemos que cooperar, y bueno, ahí es donde comienza esta travesía”.

Se estima que el impacto económico de la violencia en México representa alrededor del 10% del PIB. Foto: Especial

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El horror de un secuestro exprés 

Guadalupe explica que sin saber el rumbo del taxi sintió como avanzaba por las calles mientras los sujetos comenzaban a pedir datos personales, credenciales, tarjetas de crédito y el robo de algunas pertenencias físicas. En un intento de ocultar su información personal, la joven le miente a los supuestos delincuentes y comienza a interactuar con ellos en una forma instintiva para sobrevivir o ganar tiempo valioso. Pero no sirve de mucho, la forma de operar de estas personas es milimétrica, usan el miedo a su favor para que la gente no reaccione y grite por ayuda. Al paso que se da el secuestro exprés de Guadalupe la violencia comienza a aumentar, en un punto donde la joven no puede dar el NIP de una de las tarjetas es amedrentada con un objeto en la pierna y el tono de voz de sus captores es más fuerte y valentonada. 

“Cuando me empiezan a amedrentar con un objeto en la pierna, me pongo nerviosa, pero pues, se me ocurre decir rápido que ya les había dado el NIP de una tarjeta que no era mía y que no era que yo lo estuviera escondiendo y que si querían pues podíamos pasar como alguna tienda a verificar que no tenía saldo de todas formas en esa en esa tarjeta”.

Los taxis oficiales de la CDMX son de color rosa y blanco. Foto: Pixabay

Hasta este momento, Guadalupe pensaba que no estaba sola como víctima en el secuestro exprés, la forma de trabajar de sus captores le jugó la idea que el conductor también estaba sufriendo, no era así. Cuando llegan a una tienda para verificar la información obtenida por los supuestos delincuentes, ella, con los ojos cerrados, alcanza a escuchar como el hombre que la venía sometiendo en la parte trasera del taxi, comienza a hablar en un tono bajo con el conductor.

“Yo creía que el taxista también había sido víctima, sin embargo, pues hay un momento en donde estamos avanzando y donde nos detenemos. Uno de estos sujetos se baja con todas las tarjetas que me había quitado, eran tres, si no mal recuerdo y escucho al otro agresor, que estaban cuchicheando. Entonces, pues eso es lo que me hace pensar que sí había como alguna especie de complicidad con el taxista”.

Una vez obtenido el botín, los agresores vuelven a recorrer las calles de la Ciudad de México con Guadalupe como rehén, y en un punto del secuestro, a plena luz del día, toman la decisión de bajarla del taxi en calles de la colonia Anáhuac. La joven recuerda que al pedirle que descendiera del auto le explican el método a seguir para ser libre.

“Cuando bajamos, uno de estos sujetos me tomó por el brazo, me seguía diciendo que yo tuviera los ojos cerrados, eso fue a plena luz del día. Entonces, pues yo sí escuchaba, que la gente alrededor estaba caminando normalmente, pero pues no sé quizá no se percataron o no se dieron cuenta de que yo estaba pasando por alguna situación, entonces me pide que bajemos que siga con los ojos cerrados y me da instrucciones precisas de que vamos a avanzar, que me va a abrazar y que no haga nada, que todavía cuando yo me vaya siga viendo así enfrente o me va a disparar y que él se va a despedir de mí, que en ningún momento tengo que voltear y pues sí, eso es lo que ocurrió”.

México es de los países con más impunidad en el mundo. Foto: Cuartoscuro

Guadalupe confiesa que después de sufrir el secuestro exprés, por el temor de lo vivido y el cuestionable actuar de las autoridades capitalinas de esos años, no interpuso una denuncia. Asegura que el miedo de saber que estos agresores tenían su información personal le dio pavor y por esa razón se contuvo. También confiesa que pasó un tiempo viviendo con el miedo de abordar un taxi, solo camiones del transporte público usaba para ir al trabajo o con sus familiares o amigos, y explica que después de vencer el temor y abordar un taxi mejoró sus mecanismos de seguridad personal. Ahora verifica y graba en su mente el rostro del conductor y pone, sigilosamente, los seguros de las puertas del taxi.

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