PIENSA JOVEN

“Temporada de Huracanes” en México: Discriminación y la brutalidad en el país

A través de la vida de habitantes de La Matosa, Fernanda Melchor nos entrega un retrato sobre la crueldad.

NACIONAL

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La brutalidad en México.Créditos: Especial

El abuelo fumaba sentado sobre un tocón mientras los empleados del depósito terminaban de descargar la ambulancia. Los fue contando a todos, uno por uno, incluso a los que no estaban completos, los que eran puro retazo de gente, sin rostro ni sexo: el pie calloso de algún campesino que seguramente se empeñó en chapear una loma borracho, y dedos y trozos de hígado y jirones de piel que salían sobrando de las cirugías del hospital de los petroleros. El primer muerto entero que bajaron claramente parecía un indigente: tenía la piel percudida y apergaminada de quien se ha pasado media vida delirando sin rumbo bajo el sol inclemente. Después siguió aquella pobre muchacha descuartizada; por lo menos no iba desnuda, pobrecilla, sino envuelta en celofán azul cielo, para que sus miembros cercenados no se desparramaran sobre el piso de la ambulancia, supuso el Abuelo. Luego siguió la recién nacida, la criatura con la cabeza diminuta como una chirimoya, a la que seguramente sus padres abandonaron en alguna clínica del rumbo antes de que la pobre criatura terminara de morirse. Y, por último, el más pesado y engorroso de todos, el que los empleados tuvieron que sujetar con retazos de sábanas por la forma en como la piel se le desprendía cada vez que trataba de sujetarlo de pies y manos […] porque además de haber muerto a cuchillo y con violencia, el cabrón todavía estaba entero; podrido pero entero […]. (Melchor, 2021, p. 219) 

Hay veces que nos perdemos en las cifras. Hay veces que nos perdemos en la teoría. Hay veces que nos perdemos en las explicaciones. A veces nos perdemos en los discursos. Otras, nos perdemos en el análisis. Son pocas las veces que podemos verle el rostro o escuchar las historias de quienes son víctimas de la brutalidad en este país. Fernanda Melchor en "Temporada de Huracanes" se encarga de recordarnos que vivir en México, para la inmensa mayoría de la población, significa vivir en un mundo que se parece mucho más a una cueva oscura y sin escapatoria, que a un carnaval de colores y sabores. 

“Temporada de Huracanes”: un retrato de México

A través de la narración de la vida de habitantes de un pueblo ficticio La Matosa, Melchor nos entrega un retrato crudo y sin ingredientes para su fácil digestión, de lo que se vive en amplias zonas de este país: ignorancia, abuso, abandono, miseria, adicción, violencia, crímen, y hostilidad. 

No me interesa reseñar la novela en este espacio. Me basta con decir que es una obra que debería de ser leída, desde mi punto de vista, por todo mexicano preocupado por entender el país en el que vive (por no decir, por todo mexicano). Lo que pretendo hacer, más bien, es explorar una idea que me surgió cuando leí esta novela de Melchor: México es un país de brutalidades. 

Hoy, por desgracia, es un lugar común hablar de la violencia que se vive en México. Y, por supuesto, es uno de los mayores problemas que enfrenta este país; uno que lo hiere todos los días y que lo tiene debilitado, desangrándose, pero leer “Temporada de Huracanes” me recordó, me hizo ver como nada antes me había hecho ver, ni siquiera los análisis de los que más saben, que en México la violencia y la brutalidad tienen muchas caras, muchas dimensiones que pasan inadvertidas, que se transmiten solo en cifras que acaban perdidas. 

Brutalidad y discriminación en México 

En este país la brutalidad tiene la cara de la discriminación. La sociedad mexicana está plagada de prejuicios. Prejuicios tan intrincados que en muchas ocasiones ni siquiera nos damos cuenta de que incurrimos en comportamientos y actitudes discriminatorias. Es más, el lector no me dejará mentir: en la sociedad mexicana está normalizado (o, en todo caso, es tolerado) hacer comentarios racistas, homófobos y sexistas en muchos círculos y contextos sociales. 

En “Temporada de Huracanes”, uno de los personajes principales es una mujer trans, y pueden leerse las atrocidades de las que es víctima a manos y palabras de los habitantes del pueblo. Melchor expone la cara de la discriminación que tiene la brutalidad al exponer lo que significa pertenecer a la comunidad trans en un contexto no urbano y de marginación en México. 

En este país la brutalidad también tiene la cara de la ignorancia. Y no me refiero solamente a la tragedia de la carencia de educación de calidad en las escuelas (y a la falta de escuelas, sobretodo en espacios rurales), sino a lo trágico que es que sigan existiendo contextos en los que las mujeres (y hombres) no tengan información sobre su sexualidad, sobre métodos anticonceptivos, sobre la menstruación. Contextos en los que dichos temas sigan siendo un tabú. Contextos en los que las personas no sepan cuáles son sus derechos, y cómo exigirlos, tal y como se observa a través de los personajes de la novela. 

El abuso como resultado

La obra de Melchor muestra también otra cara horripilante de la brutalidad en México: la del abuso. El abuso es sexual y se vive en muchos contextos, de manera totalmente impune y normalizada. El abuso es también de padres a hijos. El abuso se da también de patrón a trabajadores. En un país violento, en el que no hay garantías ni un Estado que proteja a la gente, el abuso es una práctica común, tolerada e incluso aplaudida. 

Finalmente, y no porque acaben las facetas que la brutalidad tiene en este país, sino porque se me acaba el espacio, la brutalidad también tiene cara de miseria. La marginación en este país es la norma, no la excepción. 

El nacer en un contexto como en el que se desarrolla la novela de Melchor, implica tener una enorme probabilidad de no poder superar esas condiciones en toda una vida. Implica no tener acceso a servicios de salud, a educación, a servicios de agua y electricidad, a vivir en un entorno totalmente abandonado a su suerte, donde existe una ausencia del Estado que en muchas ocasiones llenará el crimen organizado. Implica vivir en una casa con techo de lámina y con caminos de terracería, en el que el uso común de alcohol y drogas son agravantes de todo lo ya mencionado. 

Así, “Temporada de Huracanes” nos pone en contacto con historias de vida que nos muestran y nos hacen sentir las múltiples facetas de la violencia y la brutalidad en México. Me parece relevante leer obras como esta, pues la acción para cambiar la realidad viene muchas veces de la empatía, y no sólo de la lectura de cifras o de la escucha de análisis de las causas.

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jgg