DÍA DEL NIÑO

Día del Niño: Retos de salud mental para la infancia durante la pandemia

Este 30 de abril, Día del Niño, celebremos a las infancias garantizando sus derechos y su bienestar emocional sea cual sea el contexto actual

NACIONAL

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Estos son los retos de la niñez en México. Foto: CuartoscuroCréditos: cuartoscuro

¿Te acuerdas cuando tenías cinco años y veías los columpios y las resbaladillas como si fueran gigantescos? Este Día del Niño, es momento de pensar cómo las emociones y sentimientos de los más pequeños se magnifican por situaciones que viven en esta crisis sanitaria. Los costos de no atender la salud física y mental de las y los niños son altos, inmediatos y pueden ser irreversibles.

Aunque todas las personas lamentamos la pérdida de la “normalidad”, la diferencia es que no todas las niñas y niños habían tenido experiencias de duelo antes de la pandemia. El luto o duelo puede tener muchas formas: el distanciamiento o la muerte de un ser querido, quedarse en casa, o tener que reorganizar nuestro tiempo y actividades. Muchas familias han experimentado pérdidas de trabajo, preocupaciones financieras y carencias de ciertas necesidades básicas. La pandemia ha truncado eventos de vida significativos: cumpleaños, graduaciones, inicio de clases, vacaciones y funerales.

Las y los niños no suelen contar con la experiencia y entendimiento suficiente para hacer frente a diversas circunstancias que experimentan sin una adecuada orientación y hasta ahora no parece existir una estrategia de comunicación articulada para la infancia, a pesar de las afectaciones en su salud física y mental. Las palabras que usamos son la forma en la que entendemos el mundo. Hay que hablarles de manera clara y sencilla sobre lo que se está viviendo y de cómo nos sentimos. Es clave que su voz sea considerada en el diseño e implementación de estrategias de prevención y mitigación de la contingencia. Que el cubrebocas no obstaculice la voz de la niñez.

Es importante que niñas y niños aprendan y expresen sus sentimientos por medio del juego, el dibujo y la escritura. La evidencia muestra que el juego es la mejor forma de aprender y de expresar lo que sienten. Juegos de mesa, reuniones virtuales, fiestas de disfraces en casa o maratones de películas en compañía de mascotas, son algunas de las actividades que ayudan a construir conexiones significativas. Sin golpes, sin insultos y sin violencia, sino con amor y paciencia.

El gobierno y la sociedad deben generar confianza de que podrán con este reto. Una reapertura gradual, con acciones de prevención y mitigación, con ajustes en las instituciones educativas y en los programas de salud, sin perder de vista el interés superior de la niñez. Las rutinas e interacciones han cambiado, justo en una etapa en la que la socialización es fundamental. El reto es acompañar a niñas, niños y a sus familias en el descubrimiento de sí mismos, de sus motivaciones, emociones y sus maneras de actuar e interactuar.

Es en la convivencia donde se desarrolla la empatía, tolerancia, autoconocimiento, cooperación y demás habilidades socioemocionales que no se desarrollan de forma aislada y que requieren tiempo y práctica. En 2018 la SEP incluyó en los programa de estudio el componente socioemocional. El desafío será implementarlo durante y después de la pandemia, en la reapertura de las escuelas, las evaluaciones, la capacitación a docentes y el diseño de los nuevos libros de texto. Aislamiento, ansiedad, frustración y estrés, son solo algunos de los elementos que serán prioritarios atender, junto con la desconexión humana que pueden generar algunas plataformas digitales.

Este 30 de abril celebremos a los niños reflexionando cómo podemos garantizar sus derechos, donde el bienestar emocional es central para su desarrollo. Ha pasado ya más de un año de pandemia y, más allá de sus contextos, niñas y niños por igual han pasado por algún proceso de duelo. Por ello, será imprescindible contar con intervenciones coordinadas por parte de gobiernos, sociedad civil, organismos internacionales y toda la comunidad educativa.

Por Ángel E. Santamaría Navarro, internacionalista por el ITAM y maestro en política social y desarrollo por la London School of Economics and Political Science (LSE). Twitter: @ae_santamaria