Normalmente se suele asumir que las palomitas son un invento de las grandes empresas de cine o de las productoras, pues hoy en día es impensable disfrutar de un buen filme sin palomitas de maíz. Sin embargo su origen es más nacional de lo que te imaginas.
La historia de las palomitas de maíz empieza con el teocintle, el antepasado biológico del maíz. El teocintle, muy similar a las mazorcas, crece de manera silvestre aún en muchas partes de la geografía de México.
Durante el proceso de sedentarismo de los grupos de la región, se domesticó esta planta hasta desarrollar el maíz.
Una de las formas del maíz, la conocida popularmente como maíz palomero, fue una de las principales especies con las que los grupos indígenas convivieron. La dureza de los granos los llevó a experimentar diversas formas de comerlo, hasta que descubrieron que a altas temperaturas explotaba y se volvía más suave.
Así inició el uso de las palomitas de maíz. Originalmente se colocaban en ollas de barro a altísimas temperaturas o directamente en las brasas del fuego; en zonas como Yucatán se utilizaban de manera ritual y como demostración gastronómica.
Algunos investigadores calculan que el maíz palomero entró en contacto con las culturas originarias hace aproximadamente 3 mil 600 años.
Luego los españoles durante el proceso de colonización conocieron el maíz y las diversas formas de consumo.
En algunas crónicas, los conquistadores explicaron en diversas crónicas, la maravilla que les representó conocer las palomitas de maíz. Algunos incluso las describieron como nubes hechas comida con un gusto delicioso.
Varios siglos después, en 1885 en Estados Unidos se creó la máquina de palomitas pero fue hasta la década de 1920 cuando en el marco de la Gran Depresión, se popularizó su consumo.
Así que la próxima vez que mires una película y acompañes con unas palomitas, estarás continuando con una tradición regional milenaria.
is