Una mañana Claudia Gill se despertó por un fuerte dolor de cabeza como se siente cuando la ingesta de bebidas alcohólicas en exceso propicia una resaca coloquialmente conocida como "cruda", desde ahí la mujer supo que algo estaba mal ya que una noche antes solo se fue a dormir. Sin embargo, la joven de 18 años de edad solo recordó el ruido de las sirenas de una ambulancia cuando empezaron los vómitos, la rigidez en su cuerpo y la intolerancia a la luz.
Al llegar al hospital en Queensland, Australia, Claudia fue diagnosticada con una grave enfermedad que incluso hizo que fuera asilada en una habitación del nosocomio. Era mayo de 2022 y luego de unas vacaciones que tuvo con su familia, de pronto empezó a ser demasiado sensible a la luz del día y al ruido de la música.
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¿Qué era la perturbadora enfermedad?
"Tuve rigidez en el cuello y tuve náuseas, luego terminé vomitando y desmayándome", recordó Claudia de ahora 20 años y dos años después de haber estado al borde la muerte por la enfermedad que le fue diagnosticada: contrajo la contagiosa y mortal enfermedad meningocócica.
"Estaba acostada en la cama de mis padres muy rígida. No podía moverme mucho porque sentía la cabeza muy hinchada y dolorida. Mi papá estaba tratando de conseguir una cita con el médico, pero no pudimos conseguirla”, indicó Claudia citada por el Daily Mail.
Durante su diagnóstico médico, Claudia apenas si podía articular palabras y cada vez perdía el conocimiento de manera paulatina. La joven tenía una meningocócica invasiva, infección bacteriana que afecta la sangre o las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, aunque generalmente afecta a los niños al aparecerles sarpullido, Claudia fue de los pocos casos registrados en su mayoría de edad.
¿Cuáles son los efectos del meningococo?
Claudia notó dos puntos rojos en su brazo, un signo de que la enfermedad estaba por actuar de manera aún más agresiva. El meningococo puede causar discapacidades o incluso la muerte si no se trata con la suficiente rapidez. Si Claudia hubiera tardado 30 minutos más en ser atendida, hubiera tenido graves consecuencias como alguna discapacidad o hasta la muerte.
La paciente logró sobrevivir con el tratamiento adecuado y a dos años de padecer el punto máximo de la enfermedad, aún sigue con secuelas como zumbidos en su oídos y algunos dolores de cabeza que la hace recordar que dicha enfermedad casi termina con su vida.