VATICANO

Papa Francisco: "La soberbia destruye la fraternidad"

La Audiencia General fue celebrada en la Plaza de San Pedro ante cientos de fieles y visitantes que acudieron al  encuentro con el santo padre

MUNDO

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El Obispo de Roma añadió que “hay que tenerle paciencia” a una persona soberbia Créditos: Pablo Esparza

El Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre las virtudes y vicios, donde esta vez  reflexionó sobre  la soberbia definiéndola como “uno de los males que provienen del corazón del hombre”.

“La persona soberbia se considera superior a los demás y desea que todos reconozcan sus méritos. Podemos decir que en su interior se esconde la pretensión de querer ser como Dios, tal como vemos en el pecado de Adán y Eva”.

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La Audiencia General fue celebrada en la Plaza de San Pedro ante cientos de fieles y visitantes que acudieron al  encuentro con el Papa Francisco donde expresó que no leería su catequesis por continuar con algunos malestares por el resfriado, pero que lo haría un colaborador en su lugar.

"Poco se puede hacer con una persona enferma de soberbia" Créditos: Pablo Esparza 

La soberbia destruye la fraternidad

“Este vicio destruye la fraternidad, porque el soberbio no se relaciona con los demás en un plano de igualdad, sino que los trata como inferiores y emite juicios en contra de ellos”.

El Obispo de Roma añadió que “hay que tenerle paciencia” a una persona soberbia

"Poco se puede hacer con una persona enferma de soberbia. Es imposible hablar con ella, y mucho menos corregirla, porque en el fondo ya no está presente para sí misma. Sólo hay que tenerle paciencia, porque un día su edificio se derrumbará. Un proverbio italiano dice: “La soberbia va a caballo y vuelve a pie”.

El único medio para combatir la soberbia es la humildad

“En el Evangelio también encontramos ejemplos de personas así, presuntuosas y seguras de sí mismas, como Pedro, que creía que nunca negaría al Maestro; a esas personas Jesús las medica con el remedio de la humildad. Esto nos enseña que la salvación no está en nuestras propias manos, sino que es un don gratuito que Dios nos quiere regalar.

dhfm