El cofundador de OpenAI, Sam Altman, dijo ayer que comprende la ansiedad que genera la rápida expansión de la Inteligencia Artificial (IA), ya que se trata de "una tecnología muy poderosa", por lo que reconoció que no pueden decir con certeza lo que va a pasar.
Durante el debate en el Foro Económico Mundial de Davos (WEF), dedicado al rol de la tecnología en el mundo, Altman comentó que:
"Creo que no tener precaución, no sentir la gravedad de lo que está en juego, sería muy malo. Por eso me gusta que la gente esté nerviosa. Nosotros también lo estamos, pero creemos que podemos superarlo".
La IA tiene una importancia geopolítica que supera la de casi todas las tecnologías anteriores, como lo indica el hecho de que los mandatarios mundiales, prácticamente no hablan de otra cosa, incluso en recepciones posteriores a las conferencias.
Altman define la IA general como la tecnología que estará operativa en programas "más inteligentes que los humanos".
Consideró que la única manera de tomar un camino positivo es:
"Poner la tecnología en manos de la gente, dejar que ambos evolucionen, paso a paso, con una retroalimentación muy ajustada".
La Unión Europea se adelantó al resto del mundo al elaborar el primer conjunto de normas regulatorias en el inicio de un año con gran actividad electoral. Las mentiras y desinformación difundidas mediante la IA son el mayor riesgo a la economía global con su amenaza de erosionar la democracia y polarizar a la sociedad, según el WEF.
Por su parte, Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta (Facebook e Instagram), declaró que su grupo trabaja en la Inteligencia Artificial general, es decir, sistemas informáticos dotados de capacidades cognitivas humanas, al igual que OpenAI, el creador de ChatGPT.
"Llegamos a la conclusión de que para construir los productos que queremos tenemos que trabajar hacia la IAG", dijo Zuckerberg en The Verge.
En 2023, el surgimiento de la IA generativa provocó una feroz competencia entre los gigantes tecnológicos. Microsoft, Google y Meta han desplegado numerosas herramientas y buscan atraer a los mejores ingenieros.
Esta tecnología suscita entusiasmo, pero también una ola de preocupación por el temor de que conduzca a la pérdida de numerosos puestos de trabajo o que multiplique los poderes de actores malintencionados.
Por otra parte, la IAG podría revolucionar la atención a la salud facilitando el desarrollo de fármacos o acelerando la detección de enfermedades, pero la OMS cree que hay que prestar más atención a los riesgos.
Define cinco áreas que podrían usar esta tecnología: el cribado, para responder a peticiones escritas de los pacientes; la investigación científica y desarrollo de fármacos; educación médica; tareas administrativas; y el uso de los pacientes, para analizar síntomas.
Pero detrás del gran potencial, la OMS advierte que estos pueden dar resultados falsos, inexactos o incompletos.
AFP, AP Y REDACCIÓN
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