La bandera de Finlandia ondeará a partir de este 4 de abril en los cuarteles centrales de la OTAN, ubicados en Bruselas, en una decisión que tendrá fuertes repercusiones en la región.
Con esta decisión, Finlandia se convertirá en la nación 31 que forma parte de la Alianza Atlántica, liderada por Estados Unidos y que incluye a potencias mundiales como Japón, Alemania, Reino Unido y Francia.
“Será un buen día para la seguridad de Finlandia, para la seguridad nórdica y para la OTAN como un todo”, destacó Jens Stoltenberg, secretario general de la alianza.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la entonces Unión Soviética intentó anexarse a Finlandia. Desde entonces, los finlandeses prefirieron mantener una postura neutral con respecto a sus poderosos vecinos, algo que también han hecho los suecos.
La invasión rusa de Ucrania hizo que ambas naciones nórdicas se replantearan su relación con la poderosa nación, por lo que desde el año pasado buscaron la aprobación de los integrantes de la OTAN para formar parte de la organización.
Bajo las normas de la Alianza Atlántica, si un país ataca a un miembro automáticamente le declara la guerra a todo el bloque, algo que seguramente haría que Rusia o cualquier país ajeno a la OTAN pensara dos veces intentar alguna agresión.
La inclusión de Finlandia en la alianza se realizó de forma exprés. Apenas el viernes pasado recibió el beneplácito de Turquía y Hungría, las dos naciones que faltaban, y este 4 de abril el ministro de exteriores Pekka Haavisto entregará el documento de anexión en Bruselas, último paso formal antes de integrarse a la OTAN.
Con este movimiento, la OTAN duplicará la longitud de sus fronteras con Rusia, que ya ha reubicado parte de su arsenal militar como una respuesta a la acción política. Finlandia ha permitido el patrullaje de aviones de Estados Unidos y otras naciones en semanas anteriores, hecho que se incrementará con su unión a la alianza.
Suecia tendrá que esperar a unirse a sus vecinos en la OTAN, puesto que Turquía aún no le concede el beneplácito, debido a que el gobierno sueco no considera como terroristas a ciertos grupos tachados como tales por Ankara.
Hungría tampoco ha autorizado la suma sueca, debido a que en aquel país se critica el gobierno de corte populista del premier magiar Viktor Orban, situación que cambiaría si sus socios turcos finalmente permiten la entrada de los nórdicos.
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