Durante una década de aislamiento económico, Siria encontró un salvavidas en el Captagon, una droga altamente adictiva y desconocida fuera de Medio Oriente. Ahora el crecimiento de la industria ha hecho sonar las alarmas en la comunidad internacional, pues Estados Unidos presentó una ley que vinculaba el comercio con el régimen sirio y lo calificaba de amenaza para la seguridad transnacional.
Actualmente los vecinos árabes de Siria están en conversaciones para ofrecer su aceptación al presidente Bashar al-Assad. A pesar de esto, aún no se ha concedido la normalización definitiva con Arabia Saudita, uno de los mayores mercados para los medicamentos producidos en Siria. De acuerdo con los analistas, el Captagon podría estar siendo utilizado como moneda de cambio en estos intentos de normalización.
Los medios de comunicación de arabia han alertado por el aumento en el consumo de drogas y se han realizado importantes incautaciones de Captagon en la región. La ONU afirma que las incautaciones de anfetamina se refieren predominantemente a esta droga, y expertos señalan que el contrabando de Captagon vale más que las exportaciones dentro de la ley de Siria.
El régimen sirio ha estado aprovechando su agencia sobre el comercio de la droga, señalando a los Estados que consideran la normalización que podrían reducir el tráfico como un gesto de buena voluntad.
Los medios de comunicación estatales de Siria informan regularmente sobre las redadas de Captagon y afirman que el Ministerio del Interior está tomando medidas enérgicas contra su comercio, así como contra el de otros estupefacientes.
La producción y sanciones contra el Captagon
Una investigación de la agencia francesa AFP de noviembre pasado, descubrió que Siria se ha convertido en un narcoestado con una industria de captación de 10 mil millones de dólares que empequeñece todas las demás exportaciones y financia tanto a Asad pero también a muchos de sus enemigos.
Samer Kamal al-Asad es propietario de una fábrica en la ciudad costera de Latakia que produjo 84 millones de pastillas de Captagon en el año 2020, según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Una de las personalidades alcanzadas por las sanciones estadounidenses incluyen a Nouh Zaitar, el capo de la droga más famoso del Líbano que está huyendo de las autoridades, y Hassan Dekko, un libanés-sirio con conexiones de alto nivel en ambos países.
Arabia Saudita se ha convertido, por mucho, en el mercado más grande para el Captagon, una anfetamina derivada de un tratamiento que alguna vez fue legal para la narcolepsia y el trastorno de la atención.
Esta droga barata atrae tanto a personas de las clases ricas del estado petrolero como a los trabajadores pobres, en un país de orden islámico donde el alcohol es un tabú.
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¿Qué es el Captagon?
La fenetilina (Captagon) es una droga compuesta por una combinación de anfetamina y teofilina, que se comercializa como psicoestimulante bajo varias marcas. La teofilina es un alcaloide estimulante del sistema nervioso central que se encuentra en bajas dosis en el té.
El uso indebido de la fenetilina de la marca Captagon es común en los países árabes, y existen versiones falsificadas de la droga que siguen estando disponibles a pesar de su ilegalidad.
Estas píldoras falsificadas contienen otros derivados de anfetaminas más fáciles de producir, pero que se moldean y estampan para parecerse a las píldoras de Captagon. Sin embargo, se han encontrado algunas píldoras falsificadas que contienen verdadera fenetilina, lo que sugiere que la producción ilícita de esta droga sigue teniendo lugar.
La fenetilina es utilizada presuntamente por grupos terroristas en Siria, quienes se dedican a su producción local en un proceso barato y sencillo. Según filtraciones, algunos de estos grupos militantes también exportan la droga a cambio de armas y dinero en efectivo. Esta droga potencialmente peligrosa puede causar efectos secundarios graves, incluyendo ansiedad, insomnio, paranoia, aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco, y puede ser adictiva.
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