Las herramientas en línea de Inteligencia Artificial (IA) que pueden escribir ensayos y poemas o conjurar imágenes nuevas según las órdenes que se les den están de moda, en todos lados son tema de conversación y aunque parecen curiosas, en realidad sólo son la punta del iceberg. Para entender cómo cambiarán estas tecnologías nuestras vidas, El Heraldo Digital platicó con Martín Carniglia, director Ejecutivo de Data & Marketing Science de R/GA, empresa fincada en Argentina.
La historia de la inteligencia artificial se remonta a la década de 1950, cuando un grupo de investigadores comenzó a explorar la idea de crear una máquina que pudiera pensar y razonar como lo hace un ser humano. El término "inteligencia artificial" fue acuñado en 1956 en una conferencia en Dartmouth College, en la que se establecieron las bases para el desarrollo de la disciplina.
En las décadas siguientes, la inteligencia artificial ha avanzado enormemente gracias a la evolución de la tecnología y la investigación en áreas como el aprendizaje automático, la visión por computadora y el procesamiento del lenguaje natural. Hoy en día, la inteligencia artificial se utiliza en una amplia variedad de aplicaciones, desde el reconocimiento de voz en los asistentes virtuales hasta el diagnóstico de enfermedades en la medicina, y se espera que evolucione y transforme la forma en que vivimos y trabajamos en el futuro.
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¿Estamos en una revolución?
Los cambios convulsos parecen algo lejano, pero eso no podría estar más equivocado, están aquí, ahora y nos miran de frente y puede que hasta no dar unos cuantos pasos atrás se note la importancia de las IAs. El experto argentino refirió que por lo que pasa la humanidad en la actualidad es “una suerte de revolución industrial”.
“No la interpretamos y no la entendemos de esa forma porque estamos en tránsito, o sea dudo que aquellos que vivían en el 1800 o en la época de la primera o segunda revolución industrial supieran que por el surgimiento de las máquinas a vapor o del ferrocarril o de las telecomunicaciones o de los autos fueron progresos que lo cambiarían todo…”, apuntó.
Martín consideró que será el tiempo el único que podrá determinar cuál será el impacto que las IAs tendrán en nuestra vida, aunque la historia muestra que en general la tecnología ha ayudado a mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, alegó que este tipo de condiciones siempre generan rupturas y cambios de ideologías, por lo que a corto plazo siempre se genera mucha rigidez.
“Puede haber este primer reflejo a decir: ‘bueno, las máquinas van a reemplazar a aquellos que están empleados y todos vamos a mirar como las máquinas hacen todo’... Del mismo modo lo hubieran podido pensar aquellos que hacían trabajo artesanal antes de las máquinas”, dijo.
Por el contrario, las IAs podrían cumplir la promesa, hasta ahora incumplida, de una jornada laboral reducida, la cual ha comenzado a discutirse desde el ámbito social, más que por la propia eficacia y optimización de los recursos gracias a la tecnología.
Un potenciador, más que una amenaza
Carniglia expuso que las teorías que señalan un posible desplazamiento de las personas por las IAS no están tan cerca de la realidad, pues los proyectos que generan mayor valor para las empresas y los usuarios requieren una mezcla de arte y ciencia, donde el poder de las máquinas se alimenta tanto del pensamiento crítico racional como del emocional de las personas.
“Estas nuevas tecnologías potencian la creatividad, pero no la reemplazan, es como adquirir mayores capacidades para pensar más rápido, escalar a mayor nivel, hacer relaciones entre elementos que nos hubiera llevado mucho tiempo hacerlo que no se hubieran dado”, aseguró.
Sin embargo, el futuro planteado por medios de comunicación podría ser más alarmista que verdadero, Martín sostuvo que los sistemas de inteligencia artificial no son completamente autónomos y los resultados que producen carecen de la calidad para ser considerados un producto final, pero sin duda es una evolución del proceso creativo.
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No todo es perfecto
Reflexionó que los profesionales deben ahora actualizarse y aprender el "idioma" de la inteligencia artificial para poder hacer uso de sus capacidades, porque aunque la tecnología puede automatizar tareas repetitivas y mejorar la eficiencia a través del machine learning, no se cree que la automatización reemplace completamente a los profesionales creativos.
“Más allá de una automatización en tareas más repetitivas… No vislumbramos un futuro tan catastrófico en el cual las máquinas reemplazan al ser humano y cuál película de Terminator se adueñan de todo el el mercado creativo o publicitario, no, para nosotros va a ser una cuestión de supervivencia de los creativos más aptos que sepan cómo utilizar y aprovechar mejor esas esas herramientas”, opinó.
Aunado a eso, las empresas necesitarán invertir en investigación y desarrollo para aprovechar esta tecnología emergente, por lo que será imperante alimentar la curiosidad y jugar con las IAs, que cada vez son más accesibles y no requieren un alto nivel de conocimiento en programación o ciencia de datos.
¿Es ético el empleo de las IAs?
Martín dejó claro que la inteligencia artificial puede ser una herramienta para potenciar los aspectos positivos, pero también puede magnificar problemas éticos, morales y de sesgos. Al nutrirse de datos del pasado de los usuarios, la IA puede generar respuestas incoherentes, peligrosas u obsoletas. Prueba de ello es que se hizo un ejercicio reciente donde se puso al ChatGPT a construir listados de grandes personalidades y en todos los casos se obtuvieron respuestas que graficaban a hombres con patrones hegemónicos, lo cual refleja los prejuicios que tenemos los seres humanos.
Martín comentó que se han iniciado conversaciones sobre la necesidad de tener marcos regulatorios y leyes para la inteligencia artificial, lo cual es oportuno, pues se corre el riesgo de terminar con un desenlace que no sea el mejor para la sociedad. Por lo tanto, estas leyes y marcos regulatorios deben ayudar a garantizar que se minimice el impacto negativo de la IA, especialmente en lo que se refiere a la discriminación que pueda estar presentes en los modelos.
“Sí se puede entrenar a las inteligencias artificiales para que eviten caer en determinados sesgos, pero también tiene que haber un un nivel de auto moderación de aquellos que usen las tecnologías, pero como ocurrió con la regulación el uso de los datos de los usuarios, es justo y necesario que haya regulación externa”, declaró.
Algunos versados en el tema advierten que las empresas deben analizar cuidadosamente los posibles daños a los clientes, la sociedad y su propia reputación antes de apresurarse a adoptar ChatGPT y productos similares en el lugar de trabajo.
Si bien los generadores de texto como ChatGPT y el chatbot Bing de Microsoft pueden hacer que el proceso de escribir correos electrónicos, presentaciones y propuestas de mercadotecnia sea más rápido y fácil, también tienen la tendencia de presentar con confianza información errónea como si fueran hechos. Los generadores de imágenes entrenados con un enorme acervo de arte y fotografías digitales han planteado preocupaciones por los derechos de autor de los creadores originales de esas obras.
“Para las empresas que están realmente en la industria creativa, si quieren estar seguros de tener protección de derechos de autor para esos modelos, esa es todavía una pregunta abierta”, advierte la abogada Anna Gressel del bufete de abogados Debevoise & Plimpton, que asesora a las empresas sobre cómo utilizar la IA.
No llegarán, ya están aquí
Pese las dudas o especulaciones que se puedan generar, el director Ejecutivo de Data & Marketing Science de R/GA, juzgó que las inteligencias artificiales tienen mucho más de positivo que de negativo, incluso en la actualidad son muy importantes en nuestra vida cotidiana, ya que nos permiten navegar, comprar, ver contenido y interactuar más eficientemente por lo que será interesante potenciar sus nuevos usos.
El experto destacó que es cierto que la IA tiene un gran potencial para ser utilizada de manera maliciosa, pero justo ese será el reto de los gobiernos y empresas. Reflexionó que tal vez en América Latina podría haber una ventaja, pues el uso de las nuevas tecnologías suele llegar después que en otros países considerados más desarrollados, lo cual permitirá ver los errores a evitar.
“No podremos volver a un mundo en el cual no utilicemos inteligencia artificial, por lo que hay que seguir con su implementación, jugar con ella y aprender, hay que animarse a invertir, hay que crear casos de aplicación concretos y todo hacerlo con perspectiva ética moral y humana”, concluyó Martín.
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