En medio de la crisis climática que se vive, un enemigo que parecía silencioso pasa factura al ecosistema marino y de continuar podría terminar con las especies en el mar. Se trata de la contaminación acústica por la que los animales experimentan problemas de salud como sordera convirtiéndose en un blanco fácil de los depredadores.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) define la contaminación acústica como el “exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o perdura en el tiempo como los otros tipos de contaminación, también puede causar grandes daños en la calidad de vida”.
El aumento de ruido en ambientes acuáticos es un tema que ha cobrado relevancia debido al impacto que tiene en las especies marinas, como el caso de la tortuga que experimenta problemas de audición provocados por el estruendo del transporte marítimo y otras actividades de los humanos como la búsqueda de nuevas fuentes de petróleo y gas.
Un estudio realizado por Advancing Earth and Space Science, una asociación científica sin fines de lucro, señala que las tortugas sufren una pérdida parcial de la audición cuando se exponen a un ruido intenso. Esto las hace vulnerables en un ambiente natural por no poder detectar sonidos para comunicarse y alertar de los depredadores.
Aunque se consideraba que la contaminación acústica afectaba, sobre todo, a ballenas otros mamíferos acuáticos con ecolocalización, se ha demostrado que la audición de las tortugas ha evolucionado al grado captar ondas sonoras a través del agua y emiten sonidos de baja frecuencia para comunicarse entre ellas y guiar a sus crías al mar, señala National Geographic.
¿Cómo reducir el ruido?
Entre las especies que se ven afectadas por el incremento del ruido en los mares se encuentra el pez payaso que, según DW, demuestran su dominio con el ruido que hacen a través de sus mandíbulas. Mientas que algunos peces en los arrecifes escuchan con atención para elegir el mejor como hogar para tener a sus crías.
Michael Bellmann, del Instituto de Física Técnica y Aplicada (ITAP), indica que es posible reducir el ruido en los mares provocado por los humanos al mejorar el equipo con el que cuentan algunos transportes marítimos como los buques de carga cuyo sonido de las hélices se compara con el que hay en un concierto de rock.
En entrevista para DW, Bellmann menciona que la energía eólica “genera un ruido bajo el agua que es más o menos comparable al de un avión que despega en tierra”. Aunque si es necesario el estruendo la alternativa sería la instalación de cortinas de burbujas que lo reducen hasta en un 90 por ciento.
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