Las fuerzas rusas lanzaron ayer un "potente ataque" contra la acería de Azovstal, último reducto de resistencia ucraniana en la devastada ciudad de Mariúpol, tras un alto el fuego que permitió la evacuación de 159 civiles.
"Un potente ataque en el área de Azovstal se llevaba a cabo, con apoyo de blindados y tanques", indicó Sviatoslav Palamar, subcomandante del batallón Azov, que defiende las instalaciones.
Previamente, el Ministerio ruso de Defensa había anunciado que "unidades del Ejército ruso y de la separatista 'República Popular de Donetsk', utilizando artillería y aviones, comenzaron a destruir" las "posiciones de tiro" de los combatientes ucranianos en la planta.
Según el portavoz de las fuerzas armadas rusas, el batallón Azov "usó" el alto el fuego para "tomar posiciones de tiro en el territorio y en los edificios de la fábrica”.
La tregua también permitió evacuar, con el respaldo de la ONU y la Cruz Roja, a "101 civiles" del complejo metalúrgico, la mayoría de los cuales llegó ayer a zona segura en Zaporiyia, indicó Osnat Lubrani, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para Ucrania.
Además de otros 58 civiles que se encontraban en el distrito de Manhush, en las afueras de la ciudad lograron ser evacuados.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que los países occidentales tenían que dejar de suministrar armas a Ucrania, en una conversación con su homólogo francés, Emmanuel Macron.
Pero, el primer ministro británico, Boris Johnson, anunció una ayuda militar de 377 millones de dólares para Ucrania, incluyendo radares, drones de transporte pesado y de aparatos de visión nocturna, ignorando las advertencias de Moscú.
La Unión Europea trabaja en un sexto paquete de sanciones que incluye un calendario para acabar progresivamente con las importaciones de petróleo ruso.
AFP, AP y Reuters
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