Donald Trump sigue haciendo de las suyas y las consecuencias ponen en riesgo el futuro del Partido Demócrata. La incertidumbre inició ante las denuncias del expresidente Donald Trump acerca del fraude electoral en las últimas elecciones presidenciales. Este suceso dio inicio a una nueva revuelta política y legislativa por parte del Partido Republicano en contra de las libertades del actual proceso electoral.
Este mes un Senado altamente dividido, 50 contra 50, analizará un cambio en las leyes electorales que buscan unificar las de los 50 Estados. Esto podría resultar poco benéfico para la democracia estadounidense, ya que, hasta ahora, diecinueve Estados han promulgado entre el 1 de enero y el 7 diciembre 34 nuevas legislaciones que restringen el proceso de votación. Ahora bien, los demócratas necesitan 60 votos para detener este movimiento.
Un claro ejemplo de este nuevo fenómeno es Georgia. Una ley estatal, aprobada en marzo en el Congreso de Georgia, ilegalizó la distribución de agua y comida a los votantes que esperan durante varias horas. Sin embargo, dicha ley también apela a la reducción de plazo para el sufragio por adelantado, endurecimiento en los requisitos para registrarse y menos horas para depositar la papeleta. Estos cambios afectan directamente la integridad de las elecciones y la democracia estadounidense, pero específicamente a la de las minorías.
La ley impulsada por el gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, ha generado un ambiente de preocupación entre los Demócratas. Biden fue tajante al declarar que “la democracia está en juego”. Por ello es importante conocer la raíz de su preocupación y las posibles consecuencias.
El origen de este movimiento legislativo se explica por la identidad partidista que es inherente en la política de Estados Unidos. En 1970 inició un incremento significativo en el sentimiento de pertenencia a tu partido político y rechazo hacia el otro. Sin embargo, con el paso del tiempo este sentimiento se ha exacerbado por la transición demográfica que ha vivido Estados Unidos en los últimos años.
Es clave recalcar que este movimiento afecta en gran medida al Partido Demócrata por su dependencia hacia los votantes afroamericanos, es decir, la minoría que se verá afectada ante estas nuevas normas. Por otro lado, el Partido Republicano optó por una estrategia que prioriza la identidad de su base electoral, es decir, los votantes blancos.
Las consecuencias de que estas leyes lleguen a ser aprobadas por el Senado serían catastróficas para los Demócratas y la democracia estadounidense, ya que afectan directamente al electorado afroamericano. La importancia de este grupo quedó claro en las últimas elecciones, ya que este mismo fue la clave para el triunfo del actual presidente. No obstante, este grupo seguirá siendo de vital importancia si los Demócratas quieren mantenerse en la Casa Blanca, por lo que Biden deberá empeñar todo su capital político en frenar estas iniciativas y defender la libertad del voto de las minorías.
Si Biden logra contrarrestar este movimiento, los 50 Estados estarán obligados, entre otras cosas, a permitir que el proceso de votación: dure diez o más horas al día, durante la noche y en fin de semana, durante al menos dos semanas antes de la jornada electoral. La norma que quieren impulsar los Demócratas para oponerse al movimiento de los Republicanos facilitaría el registro de todos los votantes y unificará los requisitos para su identificación y para el sufragio por el correo.
mgm