Ciertamente está lejos de lo que esperaban los británicos cuando votaron por abandonar la Unión Europea, pero la realidad del día son estantes vacíos, colas en gasolineras y peticiones para el retorno temporal de trabajadores avícolas y camioneros europeos.
Con la importante temporada navideña en puerta, Gran Bretaña lucha con una crisis de sus cadenas de suministro y un potencial problema político que hace pensar incluso en la posibilidad de elecciones legislativas adelantadas.
Casi nueve de cada 10 expendedoras de gasolina literalmente se están secando, después de que una ola de compras de pánico golpeó Reino Unido y los camiones no pudieron entregar nuevo combustible a tiempo.
El gobierno inglés ordenó el envío de soldados para conducir pipas petroleras bajo un plan de contingencia conocido como Operación Escalin. Londres suspendió las reglas de competencia para facilitar el suministro y el intercambio de combustible en todo el país.
La capital anunció igualmente la emisión de cinco mil visas de emergencia, para que choferes europeos puedan llegar a Gran Bretaña para hacerse cargo de los empleos de distribución, que los propagandistas del Brexit aseguraron habían arrebatado a los británicos.
Según la Asociación de Transporte de carga Carretera, se necesitan hasta 100 mil conductores adicionales.
Los problemas de abasto de gasolina coinciden con los crecientes problemas de aprovisionamiento a los supermercados, donde escasea ya "todo", desde agua embotellada hasta frutas y verduras frescas.
El gobierno encabezado por el premier Boris Johnson afirma que la mayoría de los problemas están relacionados con la pandemia de COVID, y que esa crisis también sucede en otros países.
Según Politico.eu, el mero hecho de que Londres tenga que emitir visas de emergencia a trabajadores de la UE "demuestra su dependencia de los empleados no británicos".
MAAZ