FIEBRE AMARILLA

¿Qué es la fiebre amarilla y cuáles son sus síntomas? Todo lo que debes saber

Te decimos qué es la fiebre amarilla y cuáles son los síntomas que pueden surgir en caso de contagio

MUNDO

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¿Cuáles son los síntomas de la fiebre amarilla? FOTO: Twitter Créditos: Twitter

La fiebre amarilla es una enfermedad provocada por un virus y que es transmitida de persona a persona, por conducto de un mosquito infectado. El término amarilla obedece al hecho de que algunos pacientes toman un color amarillo en la piel, como si se tratara de hepatitis. 

Y aunque sólo es una pequeña proporción de los contagiados la que sufre consecuencias significativas, este padecimiento podría tener un desenlace fatal, razón por la que es importante saber cómo reaccionar ante la enfermedad.

Las grandes epidemias de fiebre amarilla se producen cuando el virus es introducido en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad, por falta de aplicación de la vacuna. El virus se considera endémico, pero hay regiones como las zonas tropicales de África y Latinoamérica, en donde aún puede ser un riesgo.

El virus de la fiebre amarilla es transmitida con un mosquito 
FOTO: Twitter 

¿Cuáles son los síntomas? 

Sólo una pequeña proporción de pacientes infectados presentan síntomas graves y sólo la mitad de ellos podría perder la vida por el contagio del virus.

Entre los síntomas que se presentan podemos considerar fiebre, dolores musculares, dolor de espalda, dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas y vómito. En la mayoría de los casos, los síntomas desaparecen en 3 o 4 días.

Sin embargo, hay una pequeña parte de los contagiados que presentan síntomas más graves y entrar en una fase más tóxica. Ahí regresa la fiebre elevada y se afectan varios órganos como el hígado o los riñones. La piel cambia a un color amarillo, la orina se oscurece y el dolor abdominal es mayor, además de que se presentan vómitos. Pueden haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas. La mitad de los pacientes que entran en esta fase podrían perder la vida en una semana.