Aunque en el centro del país las temperaturas se encuentran en niveles más templados que cálidos, algunas regiones del norte siguen marcando niveles históricos en medio de lo que se considera la cuarta ola de calor del año.
La alimentación puede ser clave para mantener la buena salud y ayudar al cuerpo a adaptarse a temperaturas cada vez más extremas. Elegir los ingredientes y temperatura adecuados y cocinarlos de forma adecuada es la receta perfecta para padecer menos los embates climáticos.
“La comida ingerida muy fría parece a simple vista la mejor opción frente al calor: no hay sensación más refrescante que las primeras probaditas a un helado. Sin embargo, la ciencia nos dice que los alimentos a temperaturas muy bajas pueden ser contraproducentes en nuestra búsqueda de una temperatura corporal agradable.
“En condiciones normales, nuestra temperatura interna oscila entre los 36.5 y los 37 ºC, por lo que un helado debe atemperarse y calentarse antes de iniciar su viaje por el intestino, gastando energía extra”, señala Carmen González, profesora de nutrición de la Universidad Internacional de La Rioja.
La experta añade que una opción es beber té o infusiones tibias, lo que permitirá sudar y, con ello, hacer que el cuerpo se enfríe de manera natural por la piel, aunque esto no es necesario si se mantiene una buena hidratación, consumiendo frutas de temporada y bebiendo cantidades adecuadas de agua, que según la Organización Mundial de la Salud oscila entre los 2 y los 2.5 litros para los adultos.
Los ingredientes son la clave
Una dieta de inspiración mediterránea, protagonizada por frutas, verduras y carnes blancas, de pescado y pollo, puede ayudar a hacer más llevaderas las altas temperaturas que se han registrado en diversas zonas del país.
“La carne de vaca y cordero, por ejemplo, contiene proteínas muy complejas y completas, pero que a nuestro sistema digestivo le cuesta digerir. Este proceso necesita mucha energía, que se disipa en forma de calor.
“Se sabe que la temperatura interna del organismo puede subir hasta 2 ºC una hora después de tomar una comida con abundantes grasas o proteínas complejas. Es conveniente, pues, buscar alimentos con un buen perfil nutricional que se lo pongan fácil a nuestro cuerpo”, señala González.
En términos de elaboración, la profesora destaca que lo mejor es comer alimentos que se puedan disfrutar crudos, como frutas o verduras bien desinfectados, o con poca cocción, como pollo o pescado frito o a las brasas, pues así se evita la pérdida excesiva de líquidos en las comidas.