¿Mito o realidad? Sembrar clavos oxidados en tu huerta o jardín puede ser un truco que, aunque poco difundido, puede mejorar la salud de tus plantas preferidas. Todo es cuestión de probarlo. Si bien es cierto que las plantas precisan más de otros nutrientes como, por ejemplo, el potasio o el fósforo, añadir una dosis del hierro que podemos encontrar en los clavos oxidados puede aumentar la fuerza y el color de tus plantas.
Esos clavos oxidados y viejos que muchas veces nos encontramos en antiguas cajas de herramientas pueden convertirse en un aliado a la hora de ver crecer la huerta o el jardín de tu hogar. El hierro, presente en el óxido de los clavos, no funciona en la síntesis de la clorofila pero resulta fundamental para su formación.
Ejemplares como helechos, hortensias, lirios, gardenias o plantas carnívoras, frecuentes en nuestra huerta o jardín, agradecen una aportación extra de hierro, ya que incrementa el ácido presente en el suelo que hace crecer este tipo de plantas. Siempre puedes elegir un fertilizante de hierro pero quizá eso encarezca la inversión en tu huerta o jardín.
Ahora bien, existen diferentes formas de utilizar los clavos oxidados en el jardín o la huerta. La más sencilla y quizá extendida es enterrar una buena cantidad de ellos en los maceteros, colocándolos en la parte exterior e introduciendo en la tierra la zona mas oxidada. Si eliges esta opción los resultados serán un poco más lento pero aportará el hierro que tus plantas necesitan cuando las riegues o llueva.
Otra alternativa menos utilizada o conocida es la de preparar una especie de té con los clavos oxidados. Se trata de una tarea muy fácil: dejas las piezas oxidadas en agua durante varios días hasta que notes que el agua se vuelve marrón oscura y, posteriormente, utilizas esta preparación como riego normal para tu huerta o jardín.