Construido entre 1726 y 1738 con un estilo barroco, el Acueducto de Querétaro es uno de los complejos de la arquitectura más icónicos de la entidad y un símbolo de identidad que forma parte de la zona de monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esta construcción consta de 74 arcos de cantera rosa que alcanzan en promedio los 28.5 metros de altura y una longitud de mil 298 metros, por lo que fue considerada como la obra urbana más importante del siglo XVIII ya que a través de su canal inicial, arquería y canal final, se lograba el abastecimiento del agua, lo cual para aquel tiempo era uno de los problemas más graves.
El acueducto se logró gracias a la aportación económica de Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien ingenió la manera de canalizar el agua la cual va desde el Socavón, en el manantial de La Cañada hasta los arcos a la ciudad de Santiago de Querétaro. Así, la arquería permitió la llegada del agua a la ciudad.
Para finales del siglo XIX, se dio la venida del ferrocarril a la entidad, sin embargo, años después el tren cambió su curso y se quitaron las vías que pasaban por debajo de uno de los últimos arcos, esto para evitar el deterioro de los arcos provocado por la vibración.
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Leyenda del Acueducto de Querétaro
Se dice que el origen de esta monumental arquitectura, parte de la Leyenda del Marqués de la Villa del Villar del Águila, quien ofreció la construcción como prueba de amor.
Esta es una de las leyendas de Querétaro, la cual cuenta que el acueducto fue guiado por el amor que Don Juan Antonio de Urrutia y Arana, le tenía a Sor Marcela, una monja que pertenecía al convento de las Capuchinas y además era sobrina de la esposa de Juan Antonio. Como era imposible su amor, ella le pidió a cambio que construyera el acueducto para que este pudiera conducir el agua al convento.
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