El fin de año está pisándonos los talones y después de la pandemia, todos lo esperamos con ansias. Siempre he relacionado esta época con la familia y con un sinfín de comida que de alguna manera siempre tiene la misma calidad y sabor. Un jamón serrano español, un queso Brie o una copa de champaña para brindar nunca pueden faltar cuando se prepara una cena con cocina internacional.
Además, es imposible imaginar una celebración en México sin el tequila o el mezcal. Imagina la sorpresa de levantarte un día y ver que otro país intentó registrar el tequila como suyo, un acto inimaginable para los productores mexicanos de esta bebida. Este tipo de situaciones se evitan con la denominación de origen, una protección relativamente nueva.
Seguramente has escuchado hablar sobre productos con denominación de origen, desde los vinos de la zona de Rioja en España, hasta la talavera de Puebla. En la actualidad existen 925 denominaciones, de las cuales 16 están en México. Son productos cultivados o elaborados con un cuidado especial que son altamente apreciados y buscados nacional e internacionalmente.
Pero, ¿realmente qué significa esto?. La Ley de la Propiedad Industrial lo define como “el nombre de una región geográfica del país, que sirva para designar un producto originario de la misma, y cuya calidad o característica se deban exclusivamente al medio geográfico, comprendiendo en éste los factores naturales y los humanos”
En pocas palabras, para poder tener una denominación de origen, el producto debe de contar con características específicas que sólo se pueden dar dentro de esa región, tomando en cuenta desde el clima hasta los procesos que se siguen para llegar al producto final, lo cual no es nada fácil. Gracias a esto, adquieren un valor agregado, asegurando una excelente calidad cada vez que los consumimos.
La primera denominación en México se otorgó en 1974 al tequila, un producto estrella exportado a todo el mundo. Consecutivamente se han agregado a la lista bebidas como el mezcal, la bacanora, el sotol, la charanda, la raicilla y frutos como el café de Chiapas y el de Veracruz, el mango ataulfo, la vainilla de Papantla, el chile habanero, el cacao grijalva, el arroz de Morelos y la yahualica.
Esta clasificación no consiste sólo en alimentos y bebidas, sino que también se incluyen las artesanías de Olinalá en Guerrero, la Talavera de Puebla y Tlaxcala, además del ámbar de Chiapas, una piedra semipreciosa de origen vegetal. Nunca está de más comprar estas artesanías como recuerdo de unas vacaciones dentro de México.
Al mantener las denominaciones de origen se abraza la tradición y la cultura, mientras que al mismo tiempo se crean productos con altos estándares de calidad que nos dan una buena identidad dentro del mismo país y hacia el extranjero. Puedes disfrutar tu mezcal o tequila de año nuevo con la seguridad de que se hizo por medio de un proceso cuidado a cada paso.
mgm