Si algo distingue al gran cineasta Guillermo del Toro, además de su talento, es su generosidad. Y muestra de ese gran corazón y el deseo de que haya cada vez más talento mexicano en el mundo es el proyecto llamado Taller del Chucho.
Este estudio de animación, ubicado en Zapopan, tiene como objetivo impulsar al talento nacional para desarrollar sus capacidades y poder poner el nombre de México muy en alto en lo que a la animación se refiere.
“El estudio nació en una coyuntura muy importante. Guillermo del Toro venía de ganar sus Oscar por ‘La Forma del Agua’; viene a Guadalajara, porque es la ciudad que ama, donde vive su familia y donde están sus amigos. Uno de ellos es el licenciado Raúl Padilla, que forma parte del patronato del Festival Internacional de Cine en Guadalajara y estuvieron platicando qué hacer y para Guillermo era muy clara la respuesta.
“La Universidad de Guadalajara debería apostarle a la animación stop motion por la tradición que tiene, por la importancia de sus realizadores, y fue allí dónde empezaron a platicar qué podemos hacer para que esto realmente detone y que sea un centro de creación importante, que no solo para los cuarentones, cincuentones, que ya llevamos más de 20 años haciendo animación stop motion, sino para las futuras generaciones”, relata el animador Juan Medina, uno de los “siete magníficos” elegidos por el cineasta tapatío para liderar este proyecto.
Desde su nacimiento, el Taller del Chucho tiene una vocación competitiva. De acuerdo con Medina, la idea de Del Toro era tener un estudio que respondiera a las necesidades de la industria internacional de la animación, que desarrollara productos propios para poder competir en las grandes ligas.
“A nivel industria, te puedo decir que la animación en México funciona. Hay estudios pequeños y medianos que generan trabajos para grandes compañías como Disney, Nickelodeon, HBO, etcétera, pero es solamente a nivel servicios, lo cual está bien para generar empleos, pero si hablamos de propiedad intelectual, es el cortometraje el que está empujando muchísimo por ese lado”, analiza Medina.
Uno de los primeros grandes proyectos encomendados al estudio fue la versión stop motion de “Pinocho”. Encargada por Netflix, su calidad ha impresionado a millones en todo el mundo y ha arrasado en las entregas de premios en las que ha participado y, de hecho, parte como la gran favorita para los Oscar.
La animación en general, y el stop motion -especialidad del Taller del Chucho- en particular, implican una labor de cariño y paciencia que puede llevar años concretar. Es allí donde, de acuerdo con el experto, se necesita a empresas que apuesten por un proyecto que tomará tiempo ver en la pantalla grande.
“A nivel industrial internacional, la animación lleva muchísimo trabajo de escritorio, mucha inversión tanto de tiempo como de recursos para tener un desarrollo fuerte y que se dé una película que corra menos riesgos.
“En costos no hay límites: investiga cuánto cuesta el desarrollo de una película de Pixar y es lo que cuestan dos películas mexicanas”, argumenta Medina.
Una nueva generación de jóvenes, acostumbrados a la animación y hambrientos de contar sus historias empleando este método de expresión cinematográfica, está por nutrir proyectos como el del estudio, señala Angélica Lares, directora del Taller.
“Hay jóvenes aventureros que quieren entrarle a todo este tema de la animación, lo veo más y más en foros especializados en animación; por ejemplo, tuve la oportunidad de asistir a Annecy (Francia) y allí ves que la mayor parte del público es joven.
“Creo que aquí en Guadalajara se está dando ese tema un poco con los cursos y talleres que estamos dando aquí. Viene una generación pujante, que también quiere acompañar todo este proceso de los nuevos animadores y las nuevas voces que esperamos tener”, concluye.
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