Uno de los ganadores más carismáticos y queridos por el público mexicano es sin duda el maestro rural de la Sierra de Guerrero, Erasmo Catarino González Delgado, que se convirtió en todo un fenómeno cuando hizo su aparición como uno de los alumnos de La Academia en su cuarta generación y quien a la postre fue el ganador de aquella generación, en la que venció a figuras como Yuridia o Adrián y en la que también estuvo la polémica cantante tapatía Jolette.
Catarino se hizo muy famoso en La Academia cuando se decidió a quitarse la imagen de chico retraído y poco participativo por cuestiones que el argumentaba eran discriminatorias a su persona cuando estaba en el programa y además le costaba trabajo interactuar con sus compañeros por cuestiones con su esposa.
Sin embargo, con ayuda psicológica y de sus maestros de la casa, un buen día Erasmo salió con toda la decisión a cantar una canción muy pegajosa de Los Tigres del Norte (La manzanita) y entonces se convirtió en todo un fenómeno que no paró hasta llegar a la final en la Arena Monterrey.
Pero no fue su única presentación en la que Erasmo conquistó el corazón y agrado del público, a lo largo de aquella emisión conducida por Alan Tacher (la última que dirigió), Catarino solía dar excelentes presentaciones cuando de música regional mexicana se trataba.
Desde Los Tigres del Norte a Nelson Ned
De ahí que conquistó al público (y los votos) con temas como “Y volveré” de Los Ángeles Negros, “Los hombres no deben llorar” del argentino King Clave, “Ojalá que te mueras” del Grupo Pesado y “Déjenme si estoy llorando” del llamado “gigante de la canción” Nelson Ned.
Los fans de volcaron a apoyarlo, aún a pesar de que en esa generación había otras voces que lo superaban, pero que quizá no eran tan carismáticos como él, cosa muy extraña teniendo en cuenta que en esa generación salieron alumnos muy polémicos que después hicieron una gran carrera ya sea en la música, como Yuridia, en las redes sociales como Jolette o en la conducción con Cynthia Rodríguez.
Luego de aquella actuación y los aplausos del público, el crítico más ácido de La Academia, Arturo López Gavito, lo bautizó como el único e irrepetible "Conde de Xalpatláhuac", sobrenombre con el que ahora es reconocido en todas partes donde se presenta y con el que recibió también el cariño de Lolita Cortés, quien lo tiene como uno de sus consentidos.
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