Agustín Lara se mantiene en la memoria del público por su indudable talento como cantante y compositor, sus melodías son muestra de ello ya que además de ser un legado para la música las letras relatan parte importante en la historia, vida y trayectoria de otras personalidades que dejaron huella en México, como el llamado "Faraón de Texcoco" a quien escribió un famoso pasodoble con el que también externa su gusto por la fiesta brava.
Originario de Tlacotalpan, Veracruz, el compositor encontró su pasión en la música desde temprana edad y fue en contra de los deseos de convertirse en un militar para perseguir su sueño. Fue así como abandona su hogar para comenzar a trabajar como pianista en lugares como cantinas, centros nocturnos, casas de citas y salas de cine, así lo señala la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM).
Gracias a su talento se abrió paso en la industria y en 1930 debutó en la radio con su primera orquesta El Son de Marabú, pronto tuvo su propio programa en el que le brindó una oportunidad a artistas que después gozarían de gran éxito como Toña “La negra”, Pedro Vargas o Alejandro Algara.
En México brilló por canciones como “Solamente una vez” y “María bonita” -ésta última dedicada a la actriz María Félix-, España también fue testigo de su talento y compuso para ellos melodías como “Granada” y “Suite española”. Además, era fanático de las corridas de toros por lo que también creo veras para ello y se pueden escuchar en “Silverio” y “Novillero”.
Más sobre el "Faraón de Texcoco"
Silverio Pérez fue una de las grandes personalidades de la tauromaquia en México. Nació el 20 de noviembre de 1915 en Texcoco, Estado de México, y su carrera inició tras la muerte de su hermano, Carmelo Pérez, quien ya gozaba de gran reconocimiento en esta actividad. Ante su fallecimiento fue el mexicano quien decidió continuar con su sueño y para se quedó en España luego de viajar hasta este país para arreglar el traslado de los restos.
Para 1935 regresó a México ya con una larga trayectoria en España que le permitió abrirse paso como uno de los grandes en su tierra natal. En 1938 tomó la alternativa como matador de toros en Puebla de manos de Fermín Espinosa “Armillita” y Paco Gorráez como testigo.
Pese a su talento y múltiples triunfos, Silverio Pérez fue blanco de críticas por parte de empresarios, medios de comunicación y otros profesionales que cuestionaban sus habilidades. En medio de la controversia y que su fama comenzó a decaer fue herido en México por un toro al que llamaban “Zapatero” por el que sufrió fuertes heridas en el muslo derecho que pusieron en riesgo su vida.
Para 1946 anunció su retiro, sin embargo, continuó con algunas presentaciones con las que sumó éxitos a su trayectoria profesional. Fue en 1950 cuando fue herido una vez más en las arenas venezolanas de Maracay y dos años después fue alcanzado por un astado en la plaza Monumental de México.
Silverio Pérez murió en septiembre de 2006 en su finca de Pentecostés, en Texcoco, Estado de México, debido a complicaciones de salud luego de una cirugía de cadera a la que se había sometido un mes antes. Por lo anterior se agravó la neumonía que sufría al igual que una insuficiencia renal.
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