María Lucilla Beltrán Ruíz, mejor conocida como Lola Beltrán, fue una actriz y cantante mexicana de la época del Cine de Oro que, debido a su talento, simpatía y belleza fue conocida como "La Reina de la Canción Ranchera", y dentro de ese contexto, es sencillo comprender cómo la famosa es considerada como una de las más grandes intérpretes femeninas de la historia de este género musical.
Lola Beltrán nació el 7 de marzo de 1932 y tuvo una trayectoria artística de más de 40 años, grabó cerca de 78 discos y más de 60 películas, este legado artístico la consolidó como una exitosa en la industria, lo que la llevo a cantar para personajes políticos como el presidente francés Charles de Gaulle, el ex primer ministro de la URSS, Leonidas Breznev, el mariscal Tito de Yugoslavia y el ministro soviético Andrei Gromiko.
Cuando Lola Beltrán predijo su muerte
La famosa que se casó con el torero Alfredo Leal Kuri, murió un 24 de marzo de 1996 a los 64 años en la Ciudad de México a causa de un tromboembolismo pulmonar. Sin embargo, antes de este lamentable suceso,p algo que resulta extraño, pues no suele ser frecuente que las personas vengan venir el día de su final, sin embargo, Beltrán aseguraba que lo podía sentir en camino.
Se sabe que la famosa actriz y cantante esperaba su último día de vida desde meses atrás, inclusive, lo habría advertido a algunos de sus amigos luego de que la exitosa artista descubriera que tenía un problema en las arterias.
Según destapó José Alfredo Jiménez Jr. en Historia detrás del mito, su padre fue uno de los únicos que sabía que Lola tenía un problema cardíaco. Fue entonces cuando Lola comenzó a poner en orden sus documentos e hizo un último viaje a su natal Rosario, Sinaloa, en donde quería estar con sus seres queridos durante su cumpleaños, evento en el que se despidió de la gente que amaba.
Luis Villegas Murguía, un amigo cercano a "Lola la grande" recordó que el momento en que ella se despidió con serenidad. Habría sido durante esta especial visita que la intérprete de "Cucurrucucú paloma" se reunió con algunos de sus amigos y familiares, con quienes acudió al panteón para señalarles en dónde quería que sus restos fueran sepultados.
Pasaron sólo unos días desde su regreso a la capital mexicana cuando un infarto agudo detuvo su pulso durante unos minutos, hasta que los médicos lograron reanimarlo. Desde ese momento, la salud de Beltrán fue empeorando cada vez más y más hasta su muerte en 1996.
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