Muchas de las estrellas de la época de oro terminaron en el olvido y abandono, por lo que no es sorpresa que de protagonizar importantes películas y de ser consideradas las más guapas y talentosas del momento, terminaran en precarias condiciones y con un futuro incierto.
Tal es el caso de Veronica Lake, la guapa actriz estadounidense que creó el clásico peinado peekaboo, que hasta el 2022 es considerado uno de los favoritos. Pues tras ser la mujer más bella de la década de 1940, la famosa desarrolló una terrible adicción que más tarde le arrebató la vida.
Sin embargo, poco antes de su muerte la bella actriz se convirtió en un tema mundial y todos querían ayudar a quien alguna vez formó parte de películas como "Vuelo de águilas", "Hold Back the Dawn", "Los viajes de Sullivan" o "El cuervo", esta última junto a Alan Ladd.
¿Quién fue Veronica Lake?
Constance Frances Marie Ockelman, nombre real de la famosa, nació el 14 de noviembre de 1922, pero fue hasta los 17 años cuando apareció por primera vez en la gran pantalla con un personaje antagónico en "Sorority House". Años más tarde cambió su nombre artístico a Veronica Lake, el apellido era una referencia a sus hermosos ojos azules, según confesó después de su salto a la fama.
Tanto fue el impacto de su talento que en 1941 firmó contrato por ocho años con Paramount Pictures; sin embargo, cuando este finalmente llegó a su fin, la empresa no se lo renovó y de ahí comenzó la decadencia de la celebridad, quien además se casó con el director John S. Detlie en 1940 y con quien tuvo una hija; en 1944 contrajo matrimonio con André de Toth, ese mismo año perdió un bebé, un año más tarde celebró la llegada de su segundo hijo y en 1948 tuvo otra hija; mientras que el penúltimo de sus matrimonios ocurrió en 1955, con el músico Joseph A. McCarthy.
Aunque no se sabe con exactitud cómo inició a desarrollar problemas de adicción con el alcohol, se cree que habría sido poco después de su decadencia como celebridad.
De camarera a estrella, así fue su regreso a la fama
Con poco más de 30 años de edad, Veronica Lake reapareció en el ojo público, pues mientras trabajaba como camarera de un hotel de Manhattan. Se cuenta que un periodista la reconoció y compartió la historia, hecho con el que la actriz pudo volver a los escenarios, aunque no de la forma gloriosa a la que estuvo acostumbrada por casi una década, ya que de ser la guapa actriz, arrancó nuevamente su carrera como presentadora y más tarde llegó al cine con una película que no fue precisamente la favorita de muchos.
Durante esta temporada, según recogen medios estadounidenses, el mundo entero quería ayudar a la bella mujer, incluso recibió sobres de dinero de sus fanáticos y de uno de sus ex esposos, aunque todo el dinero lo regresó, pues aseguraba que le gustaba trabajar, pese a que "la gente sintió pena por mí".
Tanta fue su importancia en el mundo del cine que en 1960 recibió una estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood, Los Ángeles. Mientras que en 1970 participó en su última película "Flesh Feast" no sólo como actriz, sino también como coproductora. Ese mismo año publicó su autobiografía y se mudó al Reino Unido, donde conoció a su cuarto esposo, Robert Carleton-Munro, pero tres años después regresó a su país de origen.
Por otro lado, en diversos artículos se recoge que desde niña fue diagnosticada con esquizofrenia, enfermedad que también la habría llevado a tener un actitud "rebelde" en los sets de grabación, ya que incluso les gritaba a sus compañeros. Poco antes de su muerte un episodio la habría llevado a creer que el FBI la seguía día y noche.
Finalmente, la guapa actriz de la época de oro fue ingresada a un hospital de Vermont, Estados Unidos, donde fue atendida por un fuerte dolor abdominal del que más tarde los médicos descubrieron que era cirrosis. Debido a su adicción al alcohol fue diagnosticada con hepatitis e insuficiencia renal.
Tras cuatro días internada, Veronica Lake finalmente falleció un 7 de julio de 1973 a los 50 años. Lo que más ha sorprendido en el mundo del cine es que la actriz murió sola, sin recibir ni una visita de alguno de sus hijos. Sin embargo, más tarde se supo que su amigo Donald Bain le cumplió su última voluntad y esparció sus cenizas en el mar de las Islas Virgenes.
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