El odio que sentía a la Navidad Charles Spencer, mejor conocido como Charles Chaplin, se debía a que lo hacía recordar la pobreza que vivió cuando era niño.
Uno de sus pasatiempos cuando era menor, indicó el también director en su autobiografía, era observar a los hombres entrar a los clubs.
El pequeño de 12 años de edad se fijaba en los vehículos, en los trajes y en los bombines que utilizaban estas personas a las que veía más afortunadas que él. Eran frecuentes los días en los que tenía que ir a casa de algún amigo para que lo invitara a comer.
Los problemas económicos en la vida de los Spencer llegaron al punto de que tuvieron que internarse en un asilo para personas sin ingresos meses después de que el padre dejó de enviar los 10 chelines que mandaba para la manutención de Charles y de su hermano Sidney.
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“¡Qué bien recuerdo la penetrante tristeza del primer día de visita! ¡La impresión que me produjo ver a mi madre entrar en la sala de visitas con el uniforme de asilo! ¡Qué sola y avergonzada parecía!”.
Esta pobreza y la observación que tenía sobre la gente le permitió notar la desigualdad que vivían los suyos. Las épocas navideñas eran las peores, pues mientras los demás se dedicaban a celebrar, él tenía que trabajar sin tener el suficiente dinero como para poder solventar a su familia.
¿Cómo fueron sus últimos años?
No son poco conocidos los logros del artista de la mano de su interpretación en al menos 81 películas, de las cuales sobresalió con su personaje llamado Charlote, el cual era un desposeído que contaba con ingenio para resolver las cosas.
Para 1977, Charles Spencer ya no podía caminar ni articular palabras. Frente al espejo no podía reconocerse como Chaplin y mucho menos a quienes lo rodeaban.
Su esposa Oona lo llevaba de un lado a otro en silla de ruedas por las calles de la ciudad de Vevey en Suiza, lugar donde se había instalado después de partir de Estados Unidos.
La demencia senil ya era visible en 1972, cuando la actriz Lilian Gish lo visitó sin que él fuera capaz de identificarla.
Pasa 1956 La Corona Británica analizaba el convertirlo en Sir; sin embargo, los rumores en su contra y la mala publicidad que había recibido en Estados Unidos ocasionó que no se le otorgara este reconocimiento sino hasta 1975.
Tras la ceremonia, el actor dio unas palabras al público. Ya se notaba en él una articulación lingüística pausada y la presencia de monosílabos para responder.
Su última vez que la gente pudo verlo en público ocurrió en 1977, cuando el artista fue a ver un espectáculo de circo. Al final del show, varios payasos se acercaron a verlo y le entregaron sus narices rojas como un homenaje a la carrera que comenzó cuando tenía cinco años.
Durante sus últimos meses, el actor que sorprendió al mundo por sus pericias para actuar frente a la pantalla tuvo dificultades para ver y oír, de su boca salían únicamente balbuceos.
La salud de Chaplin fue empeorando conforme avanzaron los meses hasta que en Navidad de 1977, a los 88 años de edad, las fuerzas se fueron totalmente de su cuerpo y murió en su casa, a las 4:00 horas.
En entrevistas durante los días posteriores, una de sus hijas dio a conocer que Spencer odiaba la fecha, debido a que le recordaba la pobreza que vivió cuando era niño.
Dos ladrones robaron su cadáver
El ser enterrado no fue el descanso eterno para el actor, pues el 1 de marzo de 1978 su cuerpo fue robado del féretro por un par de mecánicos.
El crimen pudo haber pasado desapercibido, pero los participantes no se molestaron en rellenar el agujero y además pidieron un rescate de 600.000 francos suizos, el equivalente a 12 millones 221 mil pesos, aproximadamente.
El encontrar solamente rechazo por parte de la viuda del actor, los secuestradores bajaron cada vez más la suma solicitada, hasta que la policía decidió tenderles una trampa y ofrecerles 100 mil dólares.
El plan consistía en que un agente disfrazado de mayordomo llevaría un maletón con el dinero, pero la estrategia terminó mal, ya que por error el uniformado terminó arrestando a un cartero que reconoció el auto de los Spencer y lo siguió pensando que había sido robado.
Los criminales no se rindieron e indicaron que llamarían a la familia de nueva cuenta a las 9:30 horas del 17 de mayo. Por tal razón, la policía realizó un operativo en todas las cabinas telefónicas de la zona, lo cual culminó con la detención de Roman Wardos, un polaco de 24 años, quien terminó por delatar a su cómplice Gantscho Ganev, un búlgaro de 38.
Los infractores reconocieron que habían cometido el delito inspirados en un secuestro similar ocurrido en Italia y llevaron a los agentes hasta un campo de maíz en Neville, donde habían enterrado los restos del actor.
Roman recibió una condena de cuatro años de prisión, mientras que Gantscho pasó un año y medio tras las rejas.