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CÚPULA

Algo sobre el Hay Festival

Con esencia intimista, el encuentro expande, como las ramas de un árbol, el eco de las voces que convoca

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Foto: Héctor Guerrero

Una de las cosas que más me gusta del Hay Festival es que es claro que lleva el destino en el nombre, pues mantiene ese mismo espíritu que comenzó el Hay en Gales –un gran festival cultural en una ciudad pequeña– y que ahora ha crecido, se sigue expandiendo, pero siempre como en su origen: en ciudades chicas alrededor del mundo, a veces muy chiquitas, donde muy pronto el Hay Festival es el evento cultural más importante.

Y como pasa con una semilla que pronto crece en árbol y que en un futuro será un bosque, lo mismo pasa con la palabra. 

En los lugares en donde ocurre el Hay, los diálogos no sólo se quedan en esas pequeñas ciudades, sino que viajan y se traducen de mil maneras.

Otra de las cosas que me gusta mucho como espectadora es que el programa del Hay Festival está siempre en diálogo con el presente en temas políticos, temas de género, en las artes y en sus mesas pone en línea horizontal a premios Nobel, músicos, escritores, periodistas. 

Y una de las cosas que más agradezco como ponente es poder escuchar, conocer y dialogar en las mesas del Hay Festival. 

Pero definitivamente mi cosa favorita es que es un festival principalmente hecho por mujeres, que ha crecido en el mundo gracias a ellas, todas muy trabajadoras, comprometidas con sus respectivas tareas y siempre muy atentas con las y los invitados.

Yo creo que el Hay Festival es lo más parecido que hay a los míticos festivales de música como Coachella en Estados Unidos, el Corona Capital en México o el Lollapalooza en Argentina, con la enorme ventaja de que las palabras no sólo van acompañadas de la música, sino que también van a capella, es decir, en todas las posibilidades y todas sus potencias.

Por Brenda Lozano

EEZ