CÚPULA

Recinto de mármol: La gente detrás de la magia

En el aniversario del emblemático recinto cultural platicamos con quienes están en la segunda línea: los trabajadores que mantienen vivo el espacio y que son fundamentales para su funcionamiento

EDICIÓN IMPRESA

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Daniel Juárez Mellado tiene 2 años laborando en el Palacio de Bellas Artes; ahora es subcoordinador de Relaciones PúblicasCréditos: Fotos: Leslie Pérez

Para los trabajadores del Palacio de Bellas Artes habitar cada uno de sus espacios en la cotidianidad es un privilegio, pero atender, ayudar, guiar o recibir al público que se da cita a presenciar las disciplinas que ahí convergen es un regalo. No hay uno solo que no esté comprometido a compartir “que el recinto y las artes son para todos”.

“Juan Gabriel tuvo tres conciertos en Bellas Artes, dos me tocaron. El primero fue 'Celebrando 25 años de Juan Gabriel', era la primera vez que lo vi en un escenario; el segundo fue 'Mis 40 en Bellas Artes', lo vi en un ensayo, a puerta cerrada, pensé que iba a cantar, pero estaba revisando que todo estuviera en su punto para que la presentación fuera perfecta.

A pesar de su fama quería agradecer a quienes iban a verlo y eso se notaba en los detalles”, recuerda José Daniel Juárez Mellado, subcoordinador de Relaciones Públicas y coordinador de visitas guiadas del espacio, quien cumple 24 años laborando ahí. 

“Yo sé que el destino me trajo aquí, y desde entonces, sé que llegué para quedarme”, agrega. Mellado dice que la gente se identifica más con el inmueble y se siente parte de él, porque considera que es un ente vivo que atrapa a quien entra por sus puertas.

Otro acontecimiento que lo marcó fue el concierto de Chavela Vargas en 2012, a él le tocó entregarle un ramo de flores al terminar su presentación: “Cuando entré al escenario la vi y me sentí extraño, entre nervioso y asustado, pero enseguida ella me arropo con un '¡Gracias!' y unas palmadas”.

El guía afirma que nunca ha dejado de disfrutar la posibilidad de atestiguar el asombro de la gente ante la arquitectura, las obras y la majestuosidad del Palacio y, sobre todo, cómo los jóvenes, sin temor, se apropian del espacio: “Una vez que cruzan la puerta regresan y creo que no vuelven a ser los mismos”.

VIDA. El arquitecto José López Quintero trabaja en Bellas Artes desde hace 21 años.
Foto: Leslie Pérez.

José López Quintero, es el encargado de la conservación del Palacio de Bellas Artes y comparte la opinión de su compañero: “Algo que nos sorprende a muchos es la actitud de los niños y de los adolescentes, demuestran una tremenda conciencia del patrimonio cultural, son ellos quienes les dicen a sus padres —incluso fuera del espacio— que no deben tirar basura, que deben hacer fila y respetar las señales e indicaciones del personal, les recuerdan, entre otras cosas, que deben cuidar de un patrimonio que ellos van a heredar, creo que el Palacio va a estar en buenas manos”, piensa.

Con 21 años laborando en el lugar, el arquitecto dice que el recinto vio crecer a sus hijas, quienes se sentaban debajo de su restirador o, de vez en vez, lo acompañaban a trabajar, tomando inspiración de cada columna, pintura o sinfonía que escuchaban: “Cada una tomó su camino, una es diseñadora y la otra restauradora, creo que el Palacio siembra una semilla en quienes lo visitan. Ellas ya no viven aquí, pero cuando vienen el Palacio es parada obligada”.

Entre sus recuerdos más significativos está el de presenciar la actuación de Mario Vargas Llosa en su obra Las mil noches y una noche, en 2011: “Creo que como actor es mejor escritor”, bromea, pero exalta respeto por el autor de La fiesta del Chivo.

AMOR. Ana María Fonseca es coordinadora de Programación en el recinto.
Foto: Leslie Pérez.

Para Ana María Fonseca Monroy, coordinadora de Programación y Proyectos Especiales del Palacio de Bellas Artes, la mayor satisfacción de su estancia ahí es que los artistas se sientan especiales y que el público salga siendo otro.

“Puede gustarte o no una presentación, un concierto, una exposición o una obra de teatro, pero lo que sí o sí pasa es que cada que alguien llega vuelve a regresar. Creo que la cultura y el arte cambian la vida, te dan herramientas para afrontar el mundo y conocimientos sobre tu identidad, por lo que para mí es un honor trabajar aquí y compartir lo que de por sí nos pertenece”, dice.

Una de las anécdotas que más la ha marcado fue conocer a Gustavo Dudamel, director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, quien durante su estancia en México para dirigir una serie de conciertos en 2019 “tuvo una interacción muy amable con el público y los estudiantes mexicanos”.

PASIÓN. Mariana Hernández trabaja en Proyectos Especiales del espacio.
Foto: Leslie Pérez.

El gusto por lo musical, lo tiene también Mariana Hernández, miembro de esta misma coordinación quien cuenta que la satisfacción más grande que puede tener un trabajador del Palacio de Bellas Artes es la de permitirse ver concluida “con éxito” cada función. “En lo particular he disfrutado mucho de la ópera, el recinto me ha permitido cada vez más adentrarme en este mundo, pero además vivirlo tras bambalinas y ser testigo de cada acontecimiento histórico, porque, creo que cada cantante que llega aquí tiene un antes y un después”. 

“Los espectáculos que más he disfrutado son aquellos en los que ha estado presente el tenor Javier Camarena o la cantante Anna Netrebko, cuyo canto me acompaña en muchos momentos de mi vida", confiesa Hernández.

Por Azaneth Cruz

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