ISAAC HERNÁNDEZ

Isaac Hernández: “Termino mi carrera en el lugar de mis sueños”

El bailarín mexicano se une a la prestigiosa American Ballet Theatre, compañía que, cuenta, fue la que lo inspiró a dedicar su vida a la danza clásica; en el Metropolitan Opera House vislumbra su última función como intérprete, en seis años

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Foto: Alfredo Pelcastre

Isaac Hernández, dice, ha cumplido muchos sueños. En la última etapa de su carrera, reconoce, faltaba uno más, acaso el más grande: cerrar su ciclo como bailarín en el Metropolitan Opera House de Nueva York, con la legendaria y prestigiosa compañía American Ballet Theatre (ABT).

El intérprete tapatío tiene 34 años de edad, está consciente de que el retiro tendrá que ser alrededor de los 40. Además, en los últimos 11 años ha trabajado bajo la visión de Tamara Rojas, primero en el English National Ballet, luego en el San Francisco Ballet; y deseaba un cambio profesional.

De modo que, casi impulsivamente, preguntó a la directora del ABT, Susan Jaffe, si podía volver a la agrupación que, como estudiante, fue su casa hace 21 años. La respuesta fue inmediata: sí.

Hace tres semanas, la compañía por la que han desfilado los mejores bailarines del mundo como Mijaíl Barýshnikov, Julio Bocca, Alicia Alonso y Anton Dolin, y para la que algunos de los coreógrafos más notables han montado obras como George Balanchine, Léonide Massine y Alvin Ailey, anunció que Hernández se unirá al ABT en la temporada otoño-invierno de este año como artista invitado y en 2025 como Primer Bailarín, convirtiéndose en el primer mexicano en sus filas.

El ABT no es nuevo para Hernández, pues participó en los programas intensivos de verano como becario de formación nacional de 2003 a 2007 antes de convertirse en miembro de ABT II, ahora conocida como ABT Studio Company, bailando con ellos de 2007 a 2008. Desde entonces, incluso antes, cuando era un niño, la agrupación ha sido el máximo sueño del tapatío.

Mientras eso pasa, Isaac Hernández, acompañado de un amplio elenco internacional, se presentará el 23 de agosto en el Auditorio Nacional con su programa "Despertares". 

-¿Cómo se fue cocinando esto y qué significa para ti?

Fue curioso, cuando se hizo pública la noticia me llegó un montón de mensajes de ex compañeros míos, de hace once, doce años, cuando yo era un niño, y todos decían que era mi sueño; muchos de mis compañeros en ABTme dijeron lo mismo, me di cuenta de que casi yo mismo me convenzo de que no era importante cumplir esa meta.

Cuando tomé la decisión de regresar a San Francisco, había considerado muchas cosas excepto esa. Me había quedado con la idea de que tal vez no necesitaba cumplir ese sueño, porque ya había cumplido tantos otros.

-O sea, ¿fue una sorpresa para ti? 

Más o menos. Fui a hablar con el American Ballet justo empezando mi segunda temporada con el San Francisco Ballet, quería saber qué planes tenían porque acababan de cambiar de directora, pusieron a Susan Jaffee, quien fue mi maestra cuando era un niño. Ella me contó los planes que tenía y tomé clase con la compañía.

A los pocos meses le volví a escribir porque estaba de visita en Nueva York y quería tomar clase. Hablamos sobre mis planes y sobre lo que me gustaría hacer en esta etapa de mi carrera, entonces le propuse la idea de irme a trabajar al ABT y no me lo creía, estaba en shock por completo.

-¿Esa pregunta fue un impulso tuyo?

Sí, llevo 11 años trabajando para Tamara y para una visión artísticas. La gente nunca pensó que yo consideraría cambiar eso y trabajar para alguien más o para otra compañía. Fue curioso, porque en el momento en el que le dije, me respondió que sí inmediatamente, pero me contó que debía sentarse a ver con el ejecutivo porque no habían contratado a un bailarín de fuera desde hace diez años.

Todos los bailarines que están en la compañía vienen de la escuela, del cuerpo de baile y tienen una política muy cerrada. Entonces, cuando se abrió la opción, a Susan le preocupaba que su agenda es muy limitada en comparación con otras compañías, pero le comenté que yo tengo una agenda bien ocupada y, de hecho, me daría más tiempo de regresar a San Francisco y pasar tiempo con Mateo, mi hijo.

Cuando finalmente me hicieron la oferta final, vi el sueño cumplido.

-¿Y qué se siente?

Obviamente eso generó mucha inestabilidad en mi vida personal, debía considerar los tiempos para pasar tiempo con Mateo, para ver otros proyectos, estuve pensándolo bastante… tomé la decisión porque no me iba a perdonar nunca en la vida no aceptar esa oportunidad.

-Eres un hombre metódico, pocas cosas haces por impulso, ¿pero le hiciste caso al Isaac que una vez pensó en ir al ABT?

Siempre he tenido las cosas bien claras, llevo ya muchos años en el lugar donde quería estar, de cierta manera. Llegué a pensar que podía comprometer ciertas cosas, cosas prácticas, y decir: ‘bueno, ok, sacrifico tal sueño por cumplir este’.

Pero nunca borré de la mente este sueño de la American Ballet, tengo 34 años y no quería llegar ahí a los 35, 36 años, ¿a qué?, puedo bailar hasta los 40,  pero quería llegar ahí a también crear una pequeña revolución; la compañía está cambiando de visión artística, están buscando personalidades y talento como el mío, la directora necesitaba de este fichaje para su nueva visión artística. Además, pensé: si no lo hago yo ahora, ¿voy a lamentar no haberlo hecho?

De seguro. Si no acepto, ¿a quién le va a tocar? Tal vez pase una generación más para que llegue alguien a la American Ballet, no sé. He tratado de vivir mi carrera profesional con la menor cantidad de situaciones que vaya a lamentar.

-Evidentemente está el vínculo personal, pero refiriéndonos únicamente a lo laboral. ¿Es desafiante dejar un proyecto al que perteneciste por 11 años?

Sí, hay un tema también personal que es complejo, pero también lo es en lo profesional. He vivido cosas extraordinarias como profesional, pero también he tenido que pagar un cierto precio por esa situación: me aisló de ciertas oportunidades, aunque me abrió otras. Siempre he sido muy cuidadoso en todo lo que he hecho y he sido muy consciente de la situación.

He trabajado para una visión artística en la que he creído en su totalidad, pero también me causaba conflicto terminar mi carrera en el San Francisco Ballet en ese contexto, yo quería retomar cierta identidad profesional propia que me permitiera a mí terminar mi carrera en un lugar donde yo quisiera, como yo quisiera, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, que era un sueño muy muy grande para mí.

Decidí poner ese interés profesional por delante de esta visión artística para la que llevaba trabajando tanto tiempo y obviamente es una decisión muy difícil, porque el trabajo que está haciendo Tamara en el San Francisco Ballet no lo está haciendo nadie más en el mundo, pero  estoy buscando algo que me permita terminar mi carrera satisfecho y en paz con mi identidad como artista.

-El retiro no pasará pronto, pero ya lo vislumbras.

Sí, es parte de mi personalidad, soy metódico, me gusta planear las cosas y me gusta ser objetivo: una vez que deje de bailar, nunca más voy a volver a bailar de la misma manera, una vez que mi cuerpo empiece la etapa final de su máximo potencial, van a cambiar los proyectos y, probablemente, mis intenciones artísticas y creativas.

Ahora estoy en el punto exacto y preciso, le voy a dedicar seis o siete años de mi mejor ballet al ABT, la compañía que inspiró el inicio de todo, en una ciudad que no solo me inspiró a mí, inspiró a mi papá.

Yo iba del niño al MET a inspirarme, ahí vi a Julio (Bocca), ahora voy a estar ahí, voy a estar en sus producciones, me voy a poner sus vestuarios, seré yo el que estará en ese lugar que me inspiró todo lo que quería hacer. 

Además, tengo la fortuna de tener una muy buena relación con Tamara, de compartir a Mateo, los dos entendemos los tiempos de la vida y nos llevamos muy bien.

Nueva York me deja a cinco horas de San Francisco, a cinco horas de México y a seis horas de Europa. Entonces me permite también volver a ser más ambicioso respecto a donde puedo y quiero bailar.

Por Alida Piñón.

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