CÚPULA

Fotografía de danza, desafiar al movimiento

Por más de 50 años, Roberto Aguilar retrató a las figuras internacionales de la danza de todos los géneros, hasta convertirse en un referente del registro del arte de Terpsícore

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Fotos: Especial

Capturar el máximo punto de inflexión de un bailarín y reflejar la perfección técnica ha sido, durante 50 años, el late motiv de Roberto Aguilar, pionero de la fotografía de danza en México, quien actualmente trabaja en un libro sobre su trabajo.

Era el año de 1972 cuando Aguilar comenzó a fotografiar la danza, gracias a una ex novia que estudiaba en la Escuela Nacional de Danza. El entonces joven de 23 años disparó su cámara Yashica Electro para retratar a las y los bailarines y descubrió que ese sería el camino de su vida. 

“Me fui envolviendo con escuelas de danza, con las compañías profesionales, me pasaron al Ballet Nacional de México, después conocí a Alicia Alonso del Ballet Nacional de Cuba y me invitó a un festival en ese país y de ahí a Europa, donde estuve 10 años, todo fue casual, yo no conocía la danza, pero tenía el instrumento para capturarla y dije: ‘bueno, esto es lo que yo quiero’”, contó. 

En menos de cinco minutos el fotógrafo mexicano desmenuzó su vida en el mundo de la danza, viajó al pasado para recordar escenarios europeos, pláticas con símbolos del ballet como Mijaíl Baryshnikov, pero se detiene para hablar de lo complejo de su profesión: “Adquirí conocimiento de forma empírica, nunca fui de tener el mejor equipo, de ambicionar la última Nikon o la última Canon, compré una Pentax ME Super y un zoom Vivitar de 3.5, con ese equipo trabajé durante 30 años”. 

Foto: Azul Olvera

Roberto Aguilar fue el primer fotógrafo mexicano dedicado profesionalmente a registrar la danza con su lente, aprendió de la música, del arte histriónico, del vestuario e incluso de la arquitectura y con ese conocimiento sentó escuela. “Hay una incidencia de la música en tu timing para hacer fotos, sobre todo del ballet clásico que es una música muy melódica que te da el crescendo, el allegro o el adagio, te tienes que aprender las obras casi de memoria; el contemporáneo es diferente porque se puede utilizar música experimental”, puntualizó. 

Aguilar explicó que el arte escénico está concebido para ser visto dentro de un eje y fotografiar a un bailarín debe hacerse con respeto: “Es una liturgia, primero debes saber en dónde te vas a colocar, la foto debe mostrar la postura y simetría entre las piernas, el cuerpo, las manos y hasta el último dedo tiene que ser correcto”.

 La fotografía también le dejó ser testigo de cómo la política influyó en el crecimiento de la danza: “Cuando comencé a hacer fotos estaba Luis Echeverría como presidente de México y fue él quien favoreció el auge de la danza, gracias a él se fundó la Compañía Nacional de Danza y ahí estaba yo. Cuando me fui a Cuba aprendí que gracias a la Revolución Soviética de 1919 se potenció la importancia del ballet clásico en Europa a través del Bolshoi ruso; Cuba confesaba abiertamente que el ballet era una ventana a los logros del socialismo, era la primera potencia de danza en América”, recordó. 

En 2008, Aguilar hizo una reconversión, dejó la foto análoga y adquirió una cámara digital, pero aún le cuesta trabajo adaptarse: “Estoy muy contento de no ser parte de la inteligencia artificial. La foto de danza no requiere de nada artificial, todo lo contrario, requiere de una inteligencia emocional, una sensibilidad a flor de piel, la foto de danza la debes tomar porque se va y no regresa, he tomado fotos de la misma función durante años y el resultado nunca es el mismo”.

Fotos: Roberto Aguilar

50 años fotografiando danza

Cada fotografía tiene una historia y Roberto Aguilar describirá en un libro cómo consiguió detener el movimiento en por lo menos 100 imágenes de su archivo, que registró durante tres mil funciones y que mantiene guardadas en 80 cajas de huevo con negativos, impresiones en blanco y negro, diapositivas, documentos, libros y discos. Su objetivo es terminar el libro a finales de este año. “El meollo del libro es la fotografía de danza; quiero dar testimonio de lo vivido en México, Cuba, España, Alemania, Francia e ilustrarlo con las fotos, no quiero que sea un libro para bailarines, el asunto es mi vida dentro de la danza, hasta 2019 cubría cuatro espectáculos a la semana”.

La obra contendrá anécdotas como el día que logró fotografía al Ballet de la Ópera de París y posteriormente dormir bajo un puente de esa ciudad para ahorrarse el hospedaje o presenciar momentos históricos como el cambio de estafeta a una Prima ballerina assoluta, reconocimiento que se le da a una bailarina excepcional.

Por Arturo Vega Vivanco

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