CÚPULA

El reto de preservar la riqueza musical mexicana

El mariachi o la banda son géneros que han definido a la música tradicional, pero los sonidos de los pueblos son vastos, pero poco conocidos

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Fotos: Especial

Cuando se habla sobre la música tradicional mexicana, sobre todo fuera de México, suele venir a la mente géneros como el mariachi, el norteño, la banda y, ahora, hasta los corridos tumbados, pero la riqueza que define al territorio nacional en cuanto a sonidos es muy vasta, a tal grado de que se puede escuchar música tradicional enraizada en cualquier rincón del país. 

En lo que muchos han señalado como música folclórica, como una manera de diferenciarla de la tradicional, hallamos una riqueza enorme, caracterizada no sólo por la originalidad de los sonidos o de los instrumentos, sino por la vinculación con la naturaleza, un aspecto fundamental para entender las características de ciertos instrumentos en territorio rarámuri, como el chapareque, o el hecho de que los fandangos en la cuenca del Papaloapan sean una manera de continuar con la fiesta, aunque ya sin el calor y la humedad de la región. 

No se diga el carácter ritual que tiene la música, en especial en las comunidades indígenas, cuya variedad valdría un libro de muchas páginas. Sin embargo, esa riqueza y variedad musical, estrechamente vinculada con los pueblos indígenas, apenas si resulta conocida por el grueso de la sociedad, en gran parte por su poca difusión en ciertos medios de comunicación, siendo ahí muy importante el papel que deben jugar los medios públicos. 

Así, por ejemplo, el universo musical que Radio Educación ha ofrecido a sus audiencias a lo largo de los años es una de las peculiaridades que la definen. Por su carácter de institución pública, cuya tarea es fomentar y difundir las expresiones educativas, culturales y artísticas, principalmente nacionales, no solo pone atención a los temas que se abordan en la variedad de programas y series que produce, también lo hace con los géneros, subgéneros, estilos, lenguajes y culturas musicales que emite y que cumplen con una función que va más allá de solo el equilibrio con el discurso hablado de la radio. 

No es la intención discutir aquí por qué la radio comercial promueve cierta música, es suficiente tener presente que el principio de ese interés es generar ingresos por su venta. 

Por su cantidad, variedad y significado identitario, la llamada música tradicional mexicana es especial interés. Antes de profundizar en ello cabe detenerse en dos elementos que la caracterizan. A la tradición se le debe entender como el acto de transmitir, entregar o compartir, acciones todas impregnadas con un sentido de enseñanza. Es el traslado entre generaciones de saberes individuales y colectivos que conforman una cultura o una parte de ella, en este caso la música, sin olvidar que está vinculada a otras expresiones (danza, teatro, religión, magia, entre muchas otras). 

Por otro lado, es imprescindible considerar que este acto de dar, de heredar, está obligadamente asociado al proceso de transformación natural y constante del objeto cultural, de la manera de crearlo y recrearlo, y de quien o quienes cumplen con esa tarea. Es decir, está sujeto a una transformación que implica la suma y resta de elementos. Algunos de estos se perderán inevitablemente al tiempo que las nuevas generaciones se encargarán de hacer sus aportaciones, reflejo de su presente. 

Créditos: (Luz Olvera)

Todo lo anterior sirve para enmarcar el papel que tienen ciertos medios públicos, en especial Radio Educación, en la difusión de la música tradicional mexicana a través de su programación. Para empezar, se ha incluido el canto en lenguas originarias como mixe, yaqui, seri, amuzgo, maya, mixteco, zapoteco, zoque, otomí, tsotsil, mazahua, náhuatl, p’urhépecha y paipaí entre muchas más. Junto a las voces más emblemáticas de sus respectivas comunidades también están los jóvenes que hacen su aportación, como el caso de Lumaltok, grupo de Zinacantán, Chiapas que recurre a géneros como el rock y el blues con textos escritos en tsosil. Hamac Caziim es otro grupo de rock que ha incluido en su repertorio cantos tradicionales seris como Xepe an coicoos. 

Lejos de la cultura musical europea, el universo sonoro de los pueblos originarios, a través de sus voces e instrumentos, confronta al oído “bien educado” con el chapareque, el canto cardenche, o el arpa y el violín de Miguel Eduardo Cruz y Domingo Diego Francisco, músicos que interpretan sones de costumbre de Pantepec, comunidad totonaca del estado de Puebla y que difícilmente se escucharán en el común de las emisoras. 

Un ejemplo al azar de la gama de interpretaciones que puede tener un tema lo encontramos en La bruja, que va de la ejecución ortodoxa del Conjunto Tlacotalpan a la fusión con el jazz que hacen Iraida Noriega o el grupo Zahzil, pasando por Susana Harp, Natalia Cruz, Roxana Río, Tlen Huicani, Fuera de Quadro, el cuarteto Saxtlán, Voz en Punto y otras 60 versiones que se tienen en el acervo musical de Radio Educación. 

Otros ejemplos en los que se fusiona la música mexicana con diferentes géneros son los trabajos que han realizado Jorge Morenos y Samuel Martínez Herrera, Gallina Negra, Rosalía León o Jeisél Torres, quienes además de recurrir al repertorio tradicional también realizan composiciones con una clara raíz nacional. Rafael Mendoza y Ernesto Anaya son parte de esa enorme lista de cantautores que en diferentes momentos apuntalan sus trabajos en los géneros tradicionales mexicanos. 

Finalmente, tampoco se debe olvidar que entre las raíces de la música tradicional mexicana están el barroco español y las influencias árabe y africana. Ejemplo de ello son las propuestas de Tembembe Ensamble, Eblen Macari, y David Haro y Armando Chacha respectivamente. 

La tradición musical mexicana es tan rica y variada que merece ser conocida por un sector más amplio de la sociedad. En este proceso, emisoras públicas y universitarias han contribuido al aprecio de estos sonidos, siendo Radio Educación un pilar desde la década de los 70 del siglo pasado, queda esperar que más emisoras contribuyan en este esfuerzo que, al final, es una manera de difundir la cultura de México.

Por Heriberto Acuña Palacios

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