A un año del centenario de nacimiento del pintor Enrique Echeverría (1923-1972), el Museo de Arte Moderno (MAM) inaugura la exposición Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto, una muestra que rinde homenaje a uno de los pioneros de la Generación de la Ruptura y primer miembro de la Sala Plástica Mexicana.
En conferencia de prensa, Ester Echeverría, compañera de vida del artista, explicó que más que una cronología, la exhibición es un recorrido por todas las etapas creativas del también ganador de la Beca Guggenheim de las Artes 1957, lo que permite al espectador sumergirse en la complejidad y diversidad del lenguaje plástico del pintor.
“El público asistente puede encontrarse con la primera pintura que realizó bajo la tutela de Arturo Souto (pintor español exiliado en México), hasta el trabajo más experimental y abstracto que realizó antes de su muerte; Enrique era dueño de una técnica implacable y cuestionó las certezas del discurso estético”, contó.
Lucía Peñaloza, curadora de la exposición, indicó que la muestra reúne 80 obras que provienen de diferentes acervos museísticos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), el MAM y de colecciones privadas, las cuales, dan cuenta de los momentos clave de su vida, de su formación y de sus influencias.
“Con este homenaje indagamos en los valores formales de la creación de Echeverría, ya que fue un pintor que exploró desde lo esencial y lo figurativo hasta el cubismo y algunas vanguardias estadounidenses y europeas que dieron pie a todo su proceso evolutivo, esto no quiere decir que nunca volviera al origen, por el contrario, fue un artista que nunca tuvo miedo de volver y tomar los elementos que necesitaba para cada etapa”, explicó la también gestora cultural.
Enrique Echeverría. El umbral de lo abstracto, que permanece hasta el mes de junio, se divide en tres núcleos temáticos: Pintar lo esencial, que explora su estudio, las corrientes que lo influenciaron como la pintura española y las vanguardistas estadounidenses de mediados de los años cincuenta; Umbral, donde se exhiben algunas de sus obras más características, sobre todo aquellas que realizó durante la década de los sesenta donde su estilo adquirió una mayor definición y donde simplificó la representación de la realidad a formas elementales; y Evocaciones líricas, una sección que se adentra en la etapa final de su carrera, una parte en la que explora la realidad natural y la interioridad humana a través de las formas geométricas y los colores vibrantes.
Ester Echeverría consideró a la exposición como un momento pertinente para que las nuevas generaciones conozcan su legado y para que se desarrollen más investigaciones sobre su creación y lenguaje plástico.
Por Azaneth Cruz
EEZ