ARTES

México bajo la mirada del famoso pintor Edward Hopper

El investigador Alejandro Pérez Cervantes documentó los viajes que el artista hizo a México y la obra que pintó aquí, la cual espera traer próximamente al país

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Especial

En 1943, la Segunda Guerra Mundial trajo a Edward Hopper (1882-1967) a México. Dos años antes, la base naval de Pearl Harbor había sido bombardeada por los japoneses y Estados Unidos había prohibido a sus ciudadanos vacacionar en las costas por temor a sufrir un ataque. El pintor neoyorquino y su esposa Josephine decidieron entonces viajar a México, donde surgiría una sólida relación, no sólo para el descanso, sino también para la creación.

En total, los Hopper hicieron cuatro viajes al país; en esas visitas, el artista pintó 12 acuarelas que hasta hace poco habían pasado casi desapercibidas entre su vasta obra. La historia de esas piezas, conservadas en el Metropolitan y el Whitney de Nueva York, y de los viajes del artista, son documentados por el investigador Alejandro Pérez Cervantes (Saltillo, 1973) en “Edward Hopper en el norte de México” (UANL, 2023), investigación que comenzó hace 16 años.

Hopper, cuenta Pérez Cervantes, llegó a México un año después de pintar su famoso cuadro “Nighthawks”. La primera parada de su travesía comenzó en la Ciudad de México donde se sintió agobiado, pero quiso la suerte que se topara con la curadora Katharine Kuh quien le recomendó viajar a Saltillo, pensando que se encontraría con una ciudad más familiar a las periferias de Chicago, donde vivía. Así, los Hopper llegaron a la capital de Coahuila el 19 de junio de 1943.

En ese viaje, Hopper tomó su caballete y subió a la azotea, eligió diferentes tomas y pintó cuatro acuarelas; en 1946 regresó y pintó otras cuatro piezas, así como dos más en Monterrey, donde también estuvo. El pintor regresó, muy rápidamente, a México en 1951 y después en 1954; en su última visita aprovechó para pintar dos acuarelas más: una de Guanajuato y otra de Oaxaca.

Pero aún cuando Hopper estuvo en diferentes ciudades mexicanas, fue Saltillo la que pintó más. Pérez Cervantes aventura que fueron “los cielos del noreste que son muy azules; la orografía, las montañas que rodean la ciudad y esas construcciones de estilo californiano” las que atrajeron la atención del artista, quien también llegó a sentirse en la ciudad coahuilense que empezó a tomar clases de español: “entonces se entrecruzan los factores humanos, los orográficos, el paisaje, los factores climáticos para generar una atracción y un interés”.

Dos factores más distinguen la obra mexicana de Hopper. Dice el autor que a diferencia de otros trabajos en los que el pintor realizaba múltiples bocetos antes de empezar un cuadro, en México decide pintar directamente el paisaje que tiene frente a su mirada: “Lo que está viendo lo está dibujando y lo está pintando en tiempo real”. De esta forma, Pérez Cervantes va más allá y afirma que Hopper se aleja con esas obras de los estereotipos que se le han colgado como el artista de la soledada estadounidense.

“En el primer viaje que hace a la capital hay un testimonio donde él va a los museos importantes, a San Ildefonso al mismo Palacio Nacional, y pondera mucho el trabajo de Siqueiros. Yo creo que cuando hace estas acuarelas, en vivo, sin estudios previos, de manera directa, la obra de Hopper cambia y adquiere una cierta libertad, en cierta forma se desprende de este cálculo tan perfeccionista que tenía, su pincelada se vuelve más libre, más salvaje”, sostiene.

Tras la publicación de “Edward Hopper en el norte de México”, el autor adelanta que un “importante museo de Monterrey” se puso en contacto con él y ha iniciado las conversaciones para traer por primera vez de vuelta las obras del artista a México. La idea, cuenta, es que se puedan exhibir este mismo año, primero en Monterrey y después quizás en la Ciudad de México y en la misma Unión Americana.

ELEMENTOS

  • 12 OBRAS REALIZÓ EDWARD HOPPER EN MÉXICO
  • 4 VIAJES REALIZÓ EL ARTISTA JUNTO CON SU ESPOSA AL PAÍS
  • Su esposa Josephine se dedicó a documentar los viajes en su diario