ARTES

Llega a Zona Maco la serie "El bosque de las mujeres probables"

La artista mexicana Erika Harrsch trae a la feria de arte más importante de América Latina, su bosque con mujeres que están conectadas con su poder y sensualidad

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Alfredo Pelcastre

Cuando el mundo quedó en pausa, Erika Harrsch (Ciudad de México, 1970) volvió a conectarse con la naturaleza: la artista dejó atrás su vida como galerista en San Miguel de Allende y el ajetreo artístico de Nueva York para mudarse al bosque, en el Hudson Valley. Durante dos años su producción casi se detuvo, pero el entorno en el que estaba seguía en intenso movimiento y ella descubrió el maravilloso orden de la naturaleza.

"Es un cambio radical: pasar del invierno a la primavera, al otoño, al verano; plantas que miden cinco metros de repente quedan a ras de suelo y en dos meses ya vuelven a medir los cinco metros, es impresionante esta velocidad y esta resiliencia de la naturaleza, de cómo todo se ayuda: los pájaros, la humedad, los hongos, todo tiene un porqué en está colaboración eterna en la naturaleza", cuenta.

En biología se llama simbiosis. Harrsch parte del concepto para crear "El bosque de las mujeres probables", una serie de pinturas, esculturas y objetos que reflexionan sobre la interacción, la necesidad de reconectar con la naturaleza y los cambios (de empoderamiento sensual) que una mujer, como ella misma, experimenta con el paso de los años. Con la serie, la artista llega a Zona Maco, a través de Plataforma Art Base, de Montreal; Galería Stereo, de Monterrey; Rofa Art Gallery, de Washington y  Ricardo Reyes Arte, de la CDMX.

Inmersa en la naturaleza y acostumbrada a la recolección, Harrsch toma ramas y troncos que "el bosque le regala", trozos que ya han cumplido su ciclo de vida y que caen de los árboles. Poniendo en práctica sus conocimientos de ebanistería, mezclando otros materiales (piedras, resinas, pigmentos) y un imaginario surrealista crea esculturas que son "parcialmente animal, parcialmente mujer, parcialmente árbol", simbiontes las llama ella, a las que calza con zapatillas de ballet, tacones y cualquier calzado de mujer.

Sus extremidades aparecen también en los lienzos: "La pierna es la identidad de la mujer, es la que pisa, la que conecta con esta identidad femenina de poder y al momento de ponerle un zapato de tacón hablo también de esta identidad de mujer sexual, pero la sexualidad como una postura de poder". Las piezas que ha traído a México están hechas con madera de mangle, que ha recabado en Yucatán.

Como el resto de su bosque, cuenta, "al hacer estas mujeres improbables no nada más hablo de la mujer humano, hablo de estas ramas que son probables, que son un grito de la naturaleza, de árboles que dicen 'aquí estamos', porque no nada más son mujeres hechas rama sino ramas hechas mujeres; son ramas reclamando un espacio, como si quisieran decirnos 'estoy en tu reino, escúchame, somos iguales, no somos distintos, estamos juntos'", concluye.

  • -Erika Harrsch dibuja desde niña, a los 12 años comenzó su clase.
  • -En San Miguel de Allende se dedicó al diseño de muebles y aprendió ebanistería.
  • -Se mudó a Nueva York para dedicarse totalmente al arte contemporáneo.