CÚPULA

Montes lleva el dorado a Zona Maco

El artista oaxaqueño exhibe piezas de su último trabajo, en el que utiliza hoja de oro

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Especial

Durante años, Amador Montes (Oaxaca, 1975) fue reuniendo los marcos que le regalaban: “Siempre he ido a mercados de pulgas y he buscado con anticuarios cosas que hayan tenido otra vida, a partir de ahí grandes amigos y muchos coleccionistas me empezaron a mandar marcos antiguos que ya no querían; fui reuniendo una colección de alrededor de 100 piezas que se fueron acumulando”. 

El artista oaxaqueño pensaba entonces en la vida que esas molduras tuvieron antes (algunas con 80 o 100 años de antigüedad). Muchos marcos eran dorados y en ese momento estaba experimentando con el oro, por lo que quiso fusionar ambos elementos.

Así nació Volver a mirar, serie que enmarca su propia obra en esas piezas antiguas: “No sabemos qué había ahí, quizás un santo, algo religioso, una foto de familia o un diploma, hay fechas y nombres raros, épocas mexicanas, otras europeas, poner ahí un cuadro más contemporáneo, hecho por un artista mexicano, toma una fuerza interesantísima”.

Un cuadro de esa serie (de 1.10 por 90) y dos más de gran formato (1.80 por 1.80 metros) que forman parte de su trabajo con hoja de oro, son expuestos por la Art of the World Gallery, de Houston, en Zona Maco, que se celebra del 7 al 11 de febrero.

Los materiales y el color sirven a Montes para reflexionar sobre su pasado, describen su historia. Incansable al experimentar, el dorado lo atrapó y ahí encontró también su biografía.

Otros artistas como Mathias Goeritz, dice, ya trabajaron con la hoja de oro, a él le remite a su tierra, a las mujeres del Istmo y sus pendientes y collares de oro, al anhelo por Los colores que nunca tuve, como se llama la serie, para la que artesanos de Santa Ana Zegache, Oaxaca, le ayudan con la base de oro que él después interviene con su cromática. 

Crédito (Especial)

“Al final de cuentas es obra muy mía, pero sin querer se tornó muy asiática, hay una gran influencia de mi estadía en Corea, de los viajes a Japón. Me gusta mucho la combinación entre la hoja de oro y el óleo, es muy interesante, más contemporánea, más actual y moderna, y ahí está mi cromática, muy ocre, con algún color más fuerte, muy tierra”, explica.

Con su proyecto El otro muro exponiéndose aún en Cracovia y un libro en preparación sobre su último  trabajo, el artista seguirá el camino de la experimentación con el oro: “Me acuerdo que mi madre siempre tenía ese como anhelo de tener oro, aquí en Oaxaca cuando nace un niño le llevan siempre una esclavita de oro para que no le hagan ojo, está muy relacionado con estar bien.

Esta investigación me gusta mucho, es como regresar, como buscar qué pasa en Oaxaca: ¿por qué la gente anhela eso que brilla?”.

Por Luis Carlos Sánchez

EEZ