GUERRA EN ISRAEL

Israel, vivir en guerra

Olor a pólvora, estruendos de misiles, helicópteros sobrevolando y luto es la nueva realidad en esa parte del mundo

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Noemí Gutiérrez

REEIM. El olor a pólvora es constante, al igual que el estruendo de los misiles que lanzan los tanques israelíes a la Franja de Gaza.

Donde se realizó la fiesta tecno Super Nova ahora están las fotografías de las 360 personas asesinadas y otras secuestradas por el grupo terrorista Hamas.

Ricardo Grichener, tío de Omer Wenkert, de 22 años, y  secuestrado el 7 de octubre, pide mantener la calma cuando a lo lejos se escucha el misil. "¿Están bien? no pasa nada, está bien".

En menos de un minuto se escucha otra detonación. Los familiares, soldados y otros visitantes ni se inmutan.

La última imagen que se tiene de Omer es cuando terroristas lo golpeaban semidesnudo en una camioneta Toyota rumbo a Gaza.
"Sé fuerte, te vamos a sacar", expresa Grichener, quien viajó a México para solicitar al clero católico que el Papa interviniera para liberar a 134 personas.

(Créditos: Noemí Gutiérrez)

De fondo está el ruido de los helicópteros y drones de reconocimiento israelí. En el campo, entre flores de amapola, banderas, velas y pasto se pudo observar al menos un casquillo percutido.

De Tel Aviv a Reeim se hacen casi dos horas por tierra. En el trayecto se ven campos en donde nadie recoge la cosecha, ya que muchos  jóvenes se han sumado al Ejército.

También, están los refugios en las carreteras, pequeños cuartos de concreto hasta donde llegaron los terroristas para masacrar a los jóvenes del festival.

(Créditos: Noemí Gutiérrez)

Con la organización Fuente Latina se coordina un recorrido por el kibutz en Nir Oz, una granja comunitaria que fue de las primeras atacadas por Hamas. De sus 417 habitantes, 49 fueron asesinados y de los 77 raptados sólo 39 han sido liberados.

A 145 días del ataque, el capitán Roni Kaplan, portavoz de las Fuerzas de Defensa, confía que esa comunidad renacerá.

Mientras narraba a detalle la historia de las familias asesinadas y secuestradas en un recorrido por un kibutz, es increpado por personas que le piden no entrar a la casa de una de las víctimas.

Los impactos de bala están en todos lados, la sangre en los muros, pisos y muebles, la ropa desgarrada y los juguetes de los niños empolvados.  

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