CÚPULA

La conformación de la identidad nacional en México

A lo largo de 85 años, el INAH ha sido la institución líder en la transmisión de la memoria histórica y el cuidado del patrimonio

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Secretaría de Cultura, INAH, SINAFO, FN, México

Hace 85 años, el 3 de febrero de 1939, el presidente Lázaro Cárdenas concretó la creación de un instituto que pudiera servir a la nación como un centro de investigación, de conservación y de difusión del extenso patrimonio cultural de México, siendo en ese momento cuando por fin se había logrado visualizar la importancia de instituir el cuidado y la preservación de nuestro pasado histórico en una dependencia gubernamental que llevaría el nombre de Instituto Nacional de Antropología e Historia. Desde entonces, y hasta la fecha, el INAH ha desempeñado una labor fundamental en la conformación de la identidad nacional al fungir como un imparable reproductor del imaginario colectivo mexicano en cada una de las distintas generaciones que se han sucedido desde su fundación.  

Podemos mencionar múltiples momentos significativos en la búsqueda de la preservación de nuestra historia nacional a través del tiempo, momentos que sin el INAH se hubieran desvanecido en el tiempo y no serían parte de nuestra memoria histórica. En efecto, es gracias al INAH que sabemos que el pasado mesoamericano tiene una riqueza tan vasta que el día de hoy los hallazgos arqueológicos e historiográficos siguen siendo una constante de la vida diaria, permitiéndonos conocer aspectos como que, ya desde el siglo XIV y XV, el Estado mexica tenía profundo interés por indagar el pasado histórico de los pueblos que le antecedieron en el Altiplano central –quizá como estrategia de legitimación territorial– suscitando un intenso deseo por la identificación de vestigios históricos, algo que en la actualidad podríamos reconocer como una práctica propia de la disciplina arqueológica.

También, es gracias al INAH que México cuenta con un conocimiento impresionante del periodo colonial debido a los acervos documentales que, sobre la época, preserva esta institución, permitiendo su consulta no sólo a los investigadores adscritos a ella sino a otros tantos especialistas de otros centros de investigación académica y científica.  Podemos citar como ejemplos la conservación y el estudio profundo de las gramáticas y vocabularios del siglo XVI y XVII, labor realizada a partir del interés de los religiosos de las diferentes órdenes mendicantes que arribaron a la Nueva España, quienes se dedicaron a indagar sobre el pasado indígena y a profundizar sobre el conocimiento de las lenguas autóctonas de México, documentos que hoy nos resultan fundamentales para la comprensión y entendimiento, por ejemplo, del náhuatl clásico del siglo XVI, que dista mucho de las distintas variantes actuales de esa lengua indígena. Este y otro cúmulo de datos, no solamente se han preservado en gran medida gracias al INAH, sino que a partir de ellos se han originado múltiples líneas de investigación que se profundizan día a día.

Difícil es hablar del INAH sin referirse a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, su centro de estudios por excelencia, que por cierto fue fundada en 1938, un año antes del instituto, como Departamento de Antropología de la Escuela de Ciencias Biológicas del IPN, siendo adscrita al INAH hasta 1942, también por mandato del presidente Lázaro Cárdenas. Fue hasta 1946 que a dicha institución educativa le fue incorporada la Historia como disciplina de estudio, convirtiéndose así en la notable Escuela Nacional de Antropología e Historia: ENAH. Desde entonces, las personalidades que se han formado en esta escuela han sido muchas y los aportes científicos de su comunidad académica han sido constantes. Cabe mencionar que de las 49 distinciones que se han otorgado el Premio Nacional de Ciencias y Artes –la máxima distinción que un científico social puede recibir en México–, en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, diez egresados de esta escuela han sido acreedores al galardón. A saber, tres arqueólogos: Ignacio Bernal y García Pimentel, Román Piña Chan y Eduardo Matos Moctezuma; un antropólogo físico: Santiago Genovés Tarazaga; un historiador: Pablo González Casanova; un lingüista: Antonio García de León; tres antropólogos sociales: Rodolfo Stavenhagen, Roger Bartra Murià y Salomón Nahmad y Sittón; y una etnóloga: Margarita Nolasco Armas. Si bien es cierto que cualquiera de estas disciplinas puede considerarse afín a la etnohistoria, hasta el momento ningún egresado de esta carrera se ha hecho acreedor a dicho reconocimiento.

Actualmente, los más de 800 investigadores y académicos que tiene el INAH cuentan con un alto nivel de producción científica que se refleja en las decenas de publicaciones que esta institución impulsa, tanto físicas como digitales, manteniendo una constancia en la difusión de la investigación histórico-antropológico de México, circunstancia que la convierte en la institución líder en la transmisión de la memoria histórica y en el cuidado y preservación del patrimonio cultural de la nación. De esta manera, el México actual no podría explicarse sin el INAH, institución que a través de estos 85 años ha fortalecido nuestro patrimonio cultural convirtiéndolo en un elemento clave en la definición del mexicano.

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