ARTE Y CULTURA

Alfredo Cota, entre la forma y la sombra

El escultor chihuahuense es autor de un bestiario expresionista con el que explora sus propios sentimientos y pensamientos

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Foto: Alfredo Pelcastre

Desde sus primeros años de estudiante, Alfredo Cota (Naica, Chihuahua, 1982) tuvo problemas con el color. Para alguien que buscaba dedicarse al arte resultaba irónico que su gama cromática estuviera distorsionada: “Empecé como la mayoría de las personas que estudian artes plásticas, con pintura y dibujo, pero soy daltónico y me di cuenta de que el color no era para mí”.

En su estudio, aquí y allá, la mirada se encuentra con modelos de plastilina ocre y sus piezas terminadas parecen surgir de las tinieblas. Él mismo viste de negro de pies a cabeza.   

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“Me dedico 100 por ciento a la sombra y a la forma, más que al color, lo que son las pátinas es un juego compositivo, pero para mí el color no es tanto”, dice. Cota ha basado casi toda su práctica artística en la escultura; desde que encontró que ahí estaba el material que necesitaba comenzó a crear un bestiario de formas y sombras que más allá del sentido figurativo que expresan quieren hablar de los procesos introspectivos de su autor.

“Mi obra no trata narrativas sobre el cuidado del animal, el rescate o cuestiones sociales, mi obra es totalmente introspectiva y personal, cada animal son personas, lugares, etapas que voy construyendo por medio de símbolos, que sí son figurativos, pero a la vez hay un proceso que proviene del inconsciente y tiene que ver mucho con lo que yo estoy viviendo”, explica.

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Para el escultor, los animales son un mero pretexto que va cobrando significado de la misma forma como sucede con los indígenas de su tierra: “El norte es muy totémico, el norte tiene esta creencia de los animales de poder, aunque yo no sea indígena es algo que siempre he estado escuchando”. Así, el perfil de tres animales se reveló y surgió de sus manos: el de una liebre a la carrera, el de un enorme gorila que aguarda y el de un zorro que todo lo observa.

Pero su bestiario no incluye sólo estas especies, también hay aves como la lechuza, el gallo, el halcón o el colibrí; animales marinos como la langosta, la ballena o el pulpo.

En ningún caso la imitación realista es el objetivo, por el contrario, sus formas juegan con el accidente, con el exceso o la eliminación de material, como si con el modelado Cota quisiera agregar más: “El proceso de una obra mía dura meses, incluso años, se puede quedar en mi estudio un año y yo vengo un día contento y le muevo algo”.

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“A comparación del barro que se seca, la plastilina me permite ir moviendo; lo que hacía era hacer y después borrar con una espátula, quitaba pedazos, era mucho esa frustración de no llegar al punto deseado del modelado, pero esa frustración se convirtió en parte de la composición de las piezas”. De esta forma, las bestias de Cota son ejercicios expresionistas que no hablan del reino animal sino de la condición humana.

Aunque sosegado a la hora de trabajar, el escultor exhibe piezas en tres colectivas que coinciden en la ciudad: en Terreno Baldío Arte (Orizaba 177, Roma Norte) en Casa Oliva (Puebla 74, Roma) y en Dogma Art Gallery (Versalles 113, col. Juárez); adicionalmente, su “Gorila” de 3.5 metros de altura sigue instalado en la Plaza Luis Cabrera de la colonia Roma.

¿Hacía dónde va tu trabajo como escultor? “Estoy en el punto donde quiero que mi trabajo vaya hacia donde yo voy; ya no pretendo hacer piezas enormes, muchas exposiciones, me gustaría acomodar mi trabajo en mi vida, investigar y disfrutando”.

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“Aún cuando la técnica que utilizo usa materiales sintéticos, el inicio de mis obras es con un pedazo pequeño de plastilina y las formas que yo saco son totalmente sentimientos y es lo que logró traducir de lo que estoy pensando y lo que estoy sintiendo”.
Alfredo Cota
 

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ELEMENTOS

  • Cota trabaja la técnica del modelado con plastilina, su vaciado posterior se realiza en materiales rígidos como la resina y el metal.
  • Realizó la licenciatura en Artes Visuales en la Universidad de Guadalajara y un intercambio académico en la Universidad Diego Portales en Santiago de Chile.
  • Cuando comenzó a trabajar profesionalmente en el taller de un escultor de la Ciudad de México aprendió muchas técnicas que hoy pone en práctica.

Por Luis Carlos Sánchez 

EEZ