HYDRA+FOTOGRAFÍA

La pérdida de un hijo, una muerte contra natura, en una muestra

Ángel Miguel es un proyecto de fotolibro y exposición de Isabel Moreno Cortez que aborda el tema de la muerte de los hijos y las huellas que una pérdida así deja en quienes se quedan

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Cortesía

No existe una palabra para nombrar a los padres de los hijos muertos, dice Isabel Moreno Cortez. Y si la muerte se da en etapa gestacional o por suicidio, el luto se vive en silencio y bajo un juicio atroz. El proyecto artístico Ángel Miguel nace de la pérdida, de la necesidad de reconfigurar el dolor a través del arte, de ir en búsqueda de la sanación.

El hijo de Isabel nació sin vida, tres meses antes de la fecha de parto esperada; el día que salió del hospital aplicó para el programa de Incubadora de Fotolibros, del proyecto editorial Hydra, que apoya a autores para que profundicen y fortalezcan su proyecto tanto conceptual como formalmente, en un proceso en el que el trabajo con la narrativa está indisolublemente ligado a la experimentación con el diseño, los materiales y las formas de producción.

Fue aceptada y comenzó un arduo trabajo en compañía de Beatriz Novaro, escritora, guionista y tutora y Ana Casas Broda, codirectora de Hydra y tutora, y de 15 fotógrafos más de diversos países.

“He trabajado a lo largo de cinco años en este proyecto, ha sido liberador. La muerte de un hijo es algo muy difícil de hablar, incluso de nombrar, quien pierde a su pareja, enviuda; quien pierde a sus padres, es huérfano; la muerte de un hijo es contra natura. Por eso, lo que he querido es compartir un camino de paz, de mucha luz, me siento muy privilegiada de poder hacerlo a través del arte”, explica la artista.

Y añade: “No estamos educados para afrontar la muerte, es muy difícil acompañar a los que se quedan, particularmente en el caso de pérdidas gestacionales y perinatales, a mí me llegaron a decir cosas como que qué bueno que fue antes de conocer a mi bebé porque todavía no lo amaba. En el embarazo nos preparamos para todo, menos para la posibilidad de su muerte”.

Así, entre imágenes y textos, se devela un complejo tejido para poder compartir la intensa experiencia del encuentro con dos muertes que marcaron la vida de la artista, y las historias indisolubles de Ángel y Miguel, su hijo y su hermano, quien se suicidó a los 13 años de edad.

 “Soy originaria de un pueblo en Michoacán y la muerte de mi hermano fue muy dolorosa, era tan joven, tenía 13 años, yo tenía 11, y no nos permitimos sanarlo en familia, vivimos el duelo de manera individual y dolorosa. 23 años después muere mi hijo y se siente como la pérdida del mismo hijo. Ha sido muy fuerte, pero hacer este proyecto nos ha permitido conectar a toda la familia, no sólo la nuclear, también la extendida”, comparte.

El proyecto también dio vida a la muestra que albergará la galería de Hydra+Fotografía hasta el 23 de abril, que enriquece el fotolibro a través de la puesta en el espacio de esta compleja historia, donde las fotografías conviven con los textos que son imágenes clave, construyendo la potencia del hilo narrativo, a lo que se suman objetos, material de archivo, murales, videos y audio.

“La intención fue ser fiel a lo que quería decir, a no tener límites. Yo quería sólo contar la muerte de mi hijo y entendí que estaba ligada profundamente a la de mi hermano. Ellos ya no están con nosotros, pero van a trascender.  Hay una intención muy personal de sanación, pero es un tema universal porque la vida y la muerte forma parte de nosotros. La empatía que he encontrado ha sido maravillosa”, cierra.

El fotolibro se puede adquirir en las instalaciones de Hydra + Fotografía (Tampico 33, col. Roma Norte); también se puede apreciar la exposición.

PAL