CÚPULA

El sonido de la autonomía

El inmueble de Lic. Primo de Verdad es uno de los sitios más importantes que integran el Antiguo Barrio Universitario

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Cortesía Fundación Unam

El Palacio de la Autonomía es un lugar lleno de historias que resuenan en nuestro presente; un sitio que a lo largo del tiempo ha sido testigo de las grandes transformaciones del país, cuya vecindad con los edificios más icónicos del centro de la Ciudad de México, el Exconvento Santa Teresa, el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y el Templo Mayor, le ha permitido tener un papel protagónico en la historia. Su belleza, interna y externa, le colocan como uno de los edificios más emblemáticos y mejor conservados del primer cuadro del Centro Histórico. 

El predio donde se encuentra pertenece a lo que fue el perímetro del Templo Mayor, a unos metros de los adoratorios dedicados a Tláloc y a Huitzilopochtli. Su ubicación privilegiada fue del interés de Luis de Rivera, encargado de la primera Real Casa de Moneda de la Nueva España; la economía prehispánica estaba basada sobre todo en el trueque de mercancías; por ello, dicha institución fue fundamental para consolidar el uso de la moneda en nuestro país. 

Este sitio histórico, como muchos otros, estuvo a cargo de congregaciones religiosas; en este caso, al denominado Templo de San José, conocido entre los locales como Santa Teresa La Antigua, convento agenciado a la Orden de las Carmelitas Descalzas, cuyo mandato era vivir en la obediencia, la pobreza personal, la castidad y, por supuesto, en la clausura. 

El edificio sobrevivió como convento hasta 1863, año en que sus últimas 22 moradoras fueron exclaustradas; posteriormente fue ocupado como casa habitación y durante las épocas turbulentas del primer imperio y las guerras posteriores, sirvió como cuartel para los mutilados por la guerra.

Un dato curioso es que Sor Juana Inés de la Cruz y Josefa Ortiz de Domínguez estuvieron por corta estancia en este inmueble, cada una en sus respectivas épocas. 

Fotos: Cortesía Fundación UNAM

Hace 136 años, el inmueble que hoy conocemos como el Palacio de la Autonomía adquirió una vocación formativa: el presidente Porfirio Díaz decretó en 1887 que, a partir de ese momento, el edificio sería sede de la Escuela Nacional de Maestros. 

A partir de esta nueva encomienda educativa, su arquitectura requirió de una profunda remodelación, tarea que fue encargada al ingeniero Manuel Francisco Álvarez, quien configuró las áreas actuales y las fachadas que hasta ahora se conservan.  El estilo arquitectónico ecléctico del edificio está integrado por componentes barrocos, rococó y neoclásicos. 

Para 1901, el ingeniero Porfirio Díaz Ortega encabezó la remodelación que dotó al edificio de un salón de actos, llamado El Paraninfo, lugar que albergó al Consejo Universitario. 

Tal fue la importancia del inmueble que en él se estableció la primera rectoría de la otrora Universidad Nacional de México, hasta el 11 de julio de 1929 cuando fue firmada la autonomía universitaria. Después de ello, el lugar albergó las oficinas del rector de lo que ahora es la Universidad Nacional Autónoma de México, hasta que en 1953 la mayor parte de sus instalaciones se trasladaron a Ciudad Universitaria. 

Desde entonces, el edificio fungió como sede de distintas áreas de la UNAM como la Escuela Nacional de Odontología, diversos colegios como el de Iniciación Universitaria, Comercio y Administración (hoy Facultad de Contaduría y Administración) y Enfermería y Obstetricia, hasta que, en 1978, albergó los Planteles 2 y 7 de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP).  

En los años siguientes, el desarrollo de todas las sedes de la Universidad representó un avance educativo para nuestro país. Ante ello, en el 90 aniversario de la firma de la autonomía de la Universidad Nacional, 13 edificaciones del Centro Histórico fueron agrupadas y bautizadas como “Antiguo Barrio Universitario”, al que pertenecen el Palacio de la Autonomía, el Palacio de la Escuela de Medicina, el Colegio de San Ildefonso, el Museo UNAM Hoy, La Academia de San Carlos, el Museo de las Constituciones, el Palacio de Minería, entre otros más. 

El objetivo de agrupar esas 13 casas universitarias fue crear el Corredor Cultural Autonomía y así exponer la arquitectura, riqueza cultural, historia educativa, así como los logros de la comunidad universitaria a lo largo de los años. Cada uno de estos recintos cuenta con un encanto peculiar que atrae al público, al que le ofrece eventos y colaboraciones, a través de exposiciones que permiten la difusión científica y artística. 

Actualmente la participación de la UNAM y de la Fundación UNAM forma parte del enriquecimiento histórico, educativo y artístico a nivel nacional e internacional a través de las diversas actividades que se realizan en estos emblemáticos recintos.  

El Palacio de la Autonomía ofrece un programa diverso de manera gratuita, unas pocas actividades tienen costo, cuyo objetivo es apoyar los programas de becas que apoyan a cientos de universitarios. Para consultar más información sobre sus actividades y programas  se puede consultar el perfil de Facebook PalacioDeLaAutonomiaUNAM.

Por José Luis Alonso y Belem Rodríguez

Fundación UNAM

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