CÚPULA

Jesús Suaste: Una voz en plenitud

El barítono mexicano, quien acaba de celebrar cuatro décadas de trayectoria, recibe ahora la Medalla Alfonso Ortiz Tirado

EDICIÓN IMPRESA

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Créditos: Fotos: Especial

Jesús Suaste ha cantado durante toda su vida, desde niño, pero su carrera empezó en 1983 y sólo dos años después debutó en el Palacio de Bellas Artes con Un baile de máscaras, de Giuseppe Verdi, bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda. Recientemente celebró su 40 aniversario de trayectoria artística con un concierto en el recinto de mármol. Ahora, con más de 112 títulos operísticos, el barítono será reconocido con la Medalla Alfonso Ortiz Tirado, que otorga el Instituto Sonorense de Cultura, a través del Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT). 

“Me siento con un enorme agradecimiento con las autoridades culturales que a lo largo de todo este periodo me han tomado en cuenta y me siguen considerando para cubrir diferentes eventos artísticos; he creado una carrera que, principalmente, se ha desarrollado en México. Y tengo también un profundo agradecimiento por todos los directores que me siguen considerando y me han considerado como parte de sus temporadas”, dice. 

Egresado de la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México con especialización en el Instituto de Arte Vocal de Tel-Aviv, Israel, Suaste, quien ha destacado por la potencia de su voz y su calidad interpretativa, cuenta, nunca imaginó que Bellas Artes se convertiría en su casa: “Es uno de mis hogares más amados y lo digo de corazón. Para mí no sólo ha sido importante desempeñarme como artista, sino también como docente y como funcionario, he estado tratando de entregar lo mejor de mí en diferentes facetas”.

La vida en el escenario, recuerda, empezó cuando vio por primera vez a Plácido Domingo en un Otello. “Yo era realmente muy joven, quedé asombrado. Año con año me han llamado la mayoría de las veces para las temporadas de la Ópera de Bellas Artes, pero también para acompañar a la Sinfónica Nacional, podría decir que desde 1985 no ha habido un año en el que no aparezca en alguna de las carteleras. Ha sido un gran privilegio”.

Suaste no sólo se ha dedicado a la ópera con personajes principales para barítono, también interpreta lieder, oratorio, música de concierto y música de cámara. Además, tiene en su haber 13 grabaciones y ha cantado con prácticamente todas las orquestas sinfónicas del país, y ha sido invitado a los más importantes festivales culturales de México, actuando en todos los teatros y salas de concierto de importancia del territorio nacional.

Son muchísimos los compositores que he interpretado, pero diría que tal vez Puccini y Verdi son los más cercanos, me han dado algunos de los personajes que más he disfrutado, pero me siento orgulloso de diversas cosas, por ejemplo, incluí el estreno en Bellas Artes, probablemente en México, de las Cuatro canciones porteñas de Astor Piazzolla sobre textos de Jorge Luis Borges, con unos arreglos que hizo el maestro Arturo Suaste, un músico excepcional”, explica.

En reconocimiento a su trabajo, el baritono ha recibido premios y distinciones en México y el extranjero como el del primer Concurso de Canto Francisco Araiza; tercer lugar en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli; premio al Cantante del Año por la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música y el Premio Wolfang Amadeus Mozart en el Primer Concurso Internacional de Canto Alfredo Kraus, celebrado en España en mayo de 1990.

Frente a la medalla que recibirá en el pueblo mágico de Álamos, sostiene: “Estoy muy contento porque mi papá ponía en casa a tres cantantes en particular: Alfonso Ortiz Tirado, José Mojica y Pedro Vargas. Crecí escuchando las voces de estos grandes músicos. Hace un par de años entré al museo de Ortiz Tirado y me di cuenta de la importancia que tenía en Iberoamérica, de los teatros que llenaba, las condecoraciones de las que fue objeto por muchos gobiernos latinoamericanos y la importancia que tuvo como médico, fue una persona brillante en la medicina. Así que siento un gran honor recibir un reconocimiento que lleva su nombre”.

La amplitud de recursos vocales y la sensibilidad son dos características que definen su trabajo musical, sin embargo, el reconocimiento a su instrumento y a su teatralidad los recibe con humildad. “Creo que un escenario siempre causa nerviosismo, pero cuando avanza el concierto me entrego a la obra, trato de comunicarle a la gente que a mí me pasó algo parecido a lo que estoy cantando, aspiro a acercarme a lo que es el arte de compartir, para mí el canto no es el ir a presumir un timbre de voz, una extensión o una potencia, ni cómo se ve uno vestido de gala o lo extraordinario que me quedó mi interpretación, no es nada de eso, para mí es compartir la vida, compartir un pedacito de lo que me ha pasado a mí”, detalla.

Y añade: “Todos hemos tenido experiencias de amor, desamor, de encuentros y de rabias, nos hemos reconciliado y nos hemos enojado mucho, y todas esas emociones están en la ópera, de modo que yo busco ese mensaje interno. Pienso, por ejemplo, en Madame Butterfly, habla de un amor escondido, un amor reprimido, un amor que por diferentes razones no se anima a manifestarse, y yo he sentido eso en algún momento de mi vida,  trato de cantar desde ahí. Mi canto es honesto y he contado con el gran honor del aplauso de una audiencia que puede sentir lo que le estoy transmitiendo con mi voz que, afortunadamente, tengo en plenitud".

Por Alida Piñón

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