CÚPULA

Entre la belleza y la realidad social

La narradora que ha sido elegida para ingresar a El Colegio Nacional, a finales de julio, conversa sobre el libro que reúne la poesía que ha escrito a lo largo de 25 años

EDICIÓN IMPRESA

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Su novela más reciente, El último verano de Liliana ha tenido una gran resonancia. Créditos: Daniel Ojeda

En los poemas de Cristina Rivera Garza (Tamaulipas, 1964) existen, acaso, todos sus intereses literarios. En ellos, además, vierte su búsqueda de un lenguaje único, contundente, reflexivo, se permite la denuncia y la manifestación de la belleza; el amor habita en ellos de manera poderosa, pero también existe el instante cotidiano, la celebración de la vida, la memoria infantil, la violencia de género y está, también, el hambre de justicia, el grito feminista que apunta al sistema corrompido. Y, encima de todo, está su entrega a la palabra, al cuerpo como ente político que existe y que puede cambiarlo todo. 

Su vena poética ha quedado atrás de sus más de 20 títulos publicados en distintos géneros, entre ellos nueve novelas, cinco libros de cuentos, cuatro volúmenes de ensayos, así como trabajos de historia y género híbrido. Además, ha editado tres antologías. La autora que ha recibido más de 40 reconocimientos académicos y literarios por su trayectoria y que en julio próximo se convertirá en la novena mujer que ingresa a El Colegio Nacional en 80 años de historia, publica Me llamo cuerpo que no está (Lumen, 2023) que reúne su obra poética hasta ahora poco conocida, publicada en cinco poemarios en el Fondo de Cultura Económica, Bonobos Editores, Mantis Editores y en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante una década, de 2005 a 2015. 

¿Fue necesario para ti hacer una revisión de toda tu poesía? 

Hacer un trabajo como este implica poner mucha atención no sólo a lo que ha parecido en los libros sino también mucha revisión interior. La persona que escribió La más mía, en 1998, soy yo y no soy yo al mismo tiempo. Tuvimos un trabajo muy minucioso de revisar cada libro, desde numeración de poemas hasta espacios en blanco. Fue realmente muy cuidadoso y lo agradezco mucho. Pero al mismo tiempo es una revisión interior muchas veces tremenda, es estar reconociéndote y no, y poniéndote también en juego de maneras que no puedes absolutamente controlar. 

¿Esa revisión fue con severidad o con la distancia que te permite identificar a la Cristina de 1998? 

La distancia es buena siempre, creo. Hay cosas con las que la yo del presente no estaría tan de acuerdo, la que soy ahora tal vez habría hecho algo distinto, pero también quise ser muy respetuosa del momento escritural y del momento personal de cada uno de estos libros. Hubo poemarios en los que, por cuestiones múltiples se me había olvidado poner algo que había pensado que era muy importante incluir y que ahora pude hacerlo.

Lo que sí no hice fue borrar cosas. Quise respetar el momento de producción de cada uno de estos libros y por momento de producción quiero decir el momento de producción escritural, pero también el momento de producción personal. Hubo cuestiones que había que recombinar, que había que cuidar más, que había que hacer también más entendible para el presente. Es un trabajo muy complicado en el que la distancia juega un papel fundamental, una distancia crítica que me parece sana. 

El primer poemario es muy introspectivo y, después, hay otras búsquedas temáticas, estéticas...¿estás de acuerdo? 

Un volumen de poesía completa como éste hace posible ver todo un recorrido, ver las continuidades y las discontinuidades y, a la vez, pone en conversación a libros que en su momento no estaban dialogando entre sí porque aparecieron en momentos distintos, en años distintos, con editoriales distintas. Reunir a todos produce ese tipo de reacción. Creo que buscar continuidades es parte de lo que hace un volumen de policía reunida, tienes que encontrar cuál es el hilo, cómo es que todo esto le pertenece a una autoría. 

Pero yo creo que sí es importante también ver las diferencias. Este es uno de los pocos oficios en los que iniciar de cero es fundamental con cada nuevo libro. Podemos tener bagaje, podemos tener experiencia, pero cada nuevo libro se empieza desde cero; la apuesta, la investigación, la exploración tiene que ser de otra manera en cada uno. Creo que se pueden ver esas distintas formas de cómo abordo mis preocupaciones, las he visto desarrollarse a lo largo de los años. 

La gente de danza entiende el cuerpo más allá de la corporalidad y se enfoca más en la consciencia del ser. ¿Te suena? 

El libro se titula Me llamo cuerpo que no está porque el cuerpo está presente desde muy el inicio y porque ese cuerpo socialmente también ha ido desapareciendo. Me refiero concretamente a la violencia contemporánea, a la violencia de género en especial, pero también a la realidad más amplia de las desapariciones políticas, etc. Creo que hay maneras de atravesar esa preocupación también muy distinta. 

Y me parece que la cuestión formal está muy atravesada por algo que es muy obvio, pero que a mí cada vez me resulta más enigmático. ¿Cómo la hacemos hablar, tocar, estar en contacto con lo que es personal e íntimo, utilizando un lenguaje que es social y que le pertenece a todo mundo? ¿Cómo le hacemos, en términos ya de la orfebrería, del trabajo, de la poesía, del trabajo con el lenguaje y la palabra? ¿Cómo le hacemos para que estas dos cosas que vienen con fuerzas distintas, que vienen con cauces distintos también, puedan afectarnos? Yo creo que esa preocupación o ese gran enigma está muy presente en las estrategias formales de los textos más recientes que he escrito.

Por otro lado, lo que me interesa, lo que me perturba, lo que me resulta siempre un gran reto es precisamente los niveles a los que te estás refiriendo justo ahora. Es decir, hay una materialidad del cuerpo que produce, pero también una materialidad del lenguaje en sí y cuando estamos hablando del cuerpo que produce, pues estamos hablando de relaciones bien complejas, no es nada más esto que ves aquí, sino estas capas que tienen nombres, que tienen historia, que vienen desde distintas disciplinas que se han vuelto visibles para nosotros, a veces gracias a disciplinas científicas, a la religión, a la jurisprudencia. La emoción no es un hecho dado, tiene que pasar por cada una de estas capas y para eso tenemos lenguajes múltiples, a los que no siempre tenemos un acceso inmediato. Por eso está el trabajo de la escritura, por eso está la poesía, la ficción en general. 

¿La poesía brinda posibilidades que la narrativa no ofrece? 

Es una pregunta que me hago mucho. Los narradores tenemos que leer mucha poesía, me he entrenado mucho en ese aspecto y me parece que la narrativa no nada más está ahí para contar una historia, me parece que también tiene un trabajo en el lenguaje que es fundamental. Que la narrativa cuenta la historia y la poesía explora el lenguaje, es algo en lo que no creo. Pero entonces viene la pregunta que haces y que me hago, ¿por qué escribir esto de esta forma apelando a este género y por qué no todo se vuelve intergénero, por qué no todo se vuelve interdisciplinario y demás? Es una pregunta que estoy tratando de responderme desde hace muchos años, para la cual no tengo una respuesta específica. 

 

LSN